Siguiendo con la serie de posts acerca de ingredientes, hoy quiero hablaros de la urea, un componente de nuestras cremas que lentamente ha ido ganando cada vez más notoriedad y variedad. La urea es un producto natural, que se fabrica en el interior de nuestros cuerpos y los de otros mamíferos.
La urea participa en varios procesos internos, como por ejemplo la eliminación del exceso del nitrógeno o el sistema de retención de líquidos, responsable de que tengamos la adecuada presión en la sangre y que en último término está relacionado con la hidratación de la piel.
Quizás ya lo habréis adivinado por el uso de la palabra “eliminación”: la urea es un componente de la orina, las fecas y el sudor, aunque en sí es sólido, no tiene olor ni color y no es tóxico.
Pero no creáis que para obtener urea hay que recolectar esas sustancias: la urea puede ser fabricada a partir de “ingredientes” inorgánicos (compuestos químicos), sin intervención de ningún animal.
La principal característica de la urea, que hace que ahora estemos hablando de ella, es que es capaz de impedir la pérdida de agua a través de la piel. Pero también tiene otra propiedad muy útil: es capaz de afectar a las células de la piel de forma de promover su descamación.
Todas estas propiedades hacen de la urea un producto cada vez más usado en cremas hidratantes cosméticas, además de en el tratamiento de enfermedades de la piel como la hiperqueratosis (engrosamiento de la capa exterior de la piel), dermatitis, psoriasis, eccema, etc.
La principal diferencia en esos usos, es la concentración de urea. Una crema hidratante de uso cosmético, tendrá concentraciones de urea inferiores al 5%. Para usos médicos las cremas para la piel tienen concentraciones entre el 20% y 40%, mientras que existen tratamientos muy agresivos para uñas, por ejemplo, que usan cremas con 50% de urea.
Interesante, ¿verdad?
Imagen | Monik Markus, Shawn Campbell
Vía | Urea en Wikipedia, Moisturizers en Skin Therapy Letter.com, Cremas con urea en Wikipedia
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