Si hay una regla de oro a la hora de vestirse de noche es el “No al exceso”. Pretender aportar glamour a nuestro atuendo paa una ocasión especial como una fiesta no tiene que ser sinónimo de recargarse. Si bien es cierto que hay elementos que son más propios de la noche, como las plumas, los brillos, las gasas, los brocados, los encajes o las transparencias, éstos no son nunca caballos ganadores por sí mismos: todo depende de cómo los llevemos.
Y desde luego lo que hay que evitar es 1)ponértelos todos juntos o 2)en cantidades industriales, como es el caso de Paris Hilton y su hit de este invierno:Cómo querer ser elegante y morir en el intento. Una cosa son los vestidos de paillettes plateados, excesivos de por sí, pero perfectos si contrarestamos su brillo con accesorios adecuados.
Si llevamos un vestido gris, no tenemos que buscar desesperadamente complementos en el mismo color, ese es el error mas común que solemos cometer, básicamente porque nunca conseguiremos el tono exacto, y porque en el caso del oro y la plata, resulta empalagoso. Y mucho menos le pongamos como guinda al pastel un chaleco de piel que no viene a cuento para nada.
Este mismo look con unos zapatos negros o de cualquier otro color, fúcsias, por ejemplo, como en una de las escenas la película de Sexo en Nueva York en la que se ve a Samantha con una falda de lentejuelas doradas y lleva unos Louboutin de charol rosa (cuando la llama Carrie para contarle que se casa y ella se emociona porque piensa que por fin se va a poner bótox), sería de 10.
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