A la sombra de la muerte del gran Yves Saint Laurent pero al abrigo del la no menos sublime casa Dior se da por abierta la semana con más magia de todo el año: queda inaugurada la pasarela de Alta Costura de París Invierno 2008.
En palabras de Suzy Menkes, John Galliano ha pasado de la alta fantasía a la fantástica costura. No puedo estar más de acuerdo con la editora de moda del Herald Tribune, Galliano se ha dejado el complejo de Peter Pan en casa y se ha adentrado de lleno en la más elegante de las realidades: la suya.
La fotografía de Irving Penn (más concretamente la serie de fotografías que este realizara de su mejor modelo y futura esposa, Lisa Fonssagrives), le ha servido al gibraltareño como inspiración, y la primera dama francesa, como excusa (a partir de ahora Carla Bruni, señora de Sarkozy, vestirá exclusivamente de la firma), a través de ambos universos el director creativo de la más legendaria de las maisons se inventa un nuevo concepto de glamour: el ultra llevadero.
Un aire rematadamente vintage se palpa en cada uno de los sublimes diseños de altísima gama; Galliano reinvierte en New Look, y el mejor de los pasados, aquel al que diera vida su antecesor y mentor en línea directa del maestro recientemente desaparecido, monsieur Christian Dior, vuelve en todo su esplendor.
La teatralidad lo impregna todo, las modelos parecen geishas retro enfadadas, pero el tiempo se para; aquellos locos años veinte, aquella maravillosa época dorada; vuelven los lazos, vuelve la tierra, vuelven los tonos morados; vuelven las plataformas y las dimensiones operísticas; vuelve la magia de lo ponible, el cancán, el volumen; vuelve Venus, vuelve la Garbo,
vuelven la cintura y los hombros, y con ellos, las transparencias,
vuelve la suntuosidad de la organza hecha flor,
vuelven los volantes,
vuelve el print animal,
y con todo ello, vuelve la esencia del maestro Dior. Una vez más, bravo John!
Vía | thefashionspot
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