Es de suponer que la requete mencionada gala del Metropolitan consiste en un cóctel de pie a lo informal y no en una cena de las de cuchillo y tenedor porque sino, me temo que Bee Schaffer, la niña de los ojos de la editora más perversa de entre las perversas, Anna Wintour, tuvo serios problemas para sentarse a la mesa el pasado lunes.
La verdad es que el gown que llevaba era espectacular, firmado por Nina Ricci , o lo que es lo mismo, Olivier Theyskens, y de un volumen descomunal, no pasó desapercibido para nadie.
El caso es que fue el centro de todas las miradas, y no por su aparatosidad, que también, sino porque el vestido en cuestión, tintado tie dye en tonos morados y púrpura y con incrustaciones de pedrería en forma de enredadera alrededor del torso y cayendo delicadamente sobre el faldón, es ni más ni menos que una maravilla de la naturaleza.
Vale, se nota que siento especial debilidad por las lánguidas ninfas en las que se inspira el que fuera el diseñador más gótico del panorama internacional, mi querido y admirado Olivier.
Y a vosotros, ¿qué os parece?
Vía | Fabsugar
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