La llegada de la Navidad siempre nos saca un lado más amable y caritativo, independientemente de lo que celebremos en estas fechas. Sin embargo, hay gente que necesita esta caridad antes de que llegue el 25 de diciembre. Con esta idea en la cabeza, muchas ciudades han comenzado una nueva tendencia: la de atar bufandas en torno a los árboles de la calle.

Si estás dando un paseo por el parque de tu barrio y te encuentras un árbol lleno de bufandas, no creas que son prendas perdidas o que alguien no quería (o algún acto de vandalismo por parte de los amantes del punto de cruz). Entonces, ¿por qué están ahí?
La idea es que si dejas ropa de abrigo para el frío en la calle, alguien que no tenga hogar o medios para permitírselo pueda coger esas prendas y pasar el invierno algo más calentito. Además, muchas de estas bufandas incluyen una tarjeta felicitando las fechas y mandando mensajes de ánimo y apoyo, razón por la cual adoramos este movimiento.

Esta iniciativa fue puesta en marcha por primera vez en Pensilvania en 2008 por el grupo Chase the Chill, pero hoy en día se ha extendido a la mayoría de las ciudades en las que las temperaturas son muy bajas durante los meses de invierno. Así que ya sabéis, si véis una bufanda atada a un árbol, sabed que es por una buena causa y que la humanidad no es siempre tan mala. ¡Nos encantan las buenas noticias, también en Navidad!

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Fotos | Chase the chill.
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lectora-
¿Les ha llegado esta noticia a quienes necesitan saberla?. Yo habría pensado que eran para otra cosa.
Deberían avisar a los servicios de ayuda a quienes están en crisis.
sakurahime
En Nápoles hay la costumbre de que al pagar el café en el bar el cliente pide que le cobren también uno adicional, el llamado "caffè sospeso". El número de estos cafés prepagados, que se sirven después gratis a personas sin hogar o a vecinos del barrio que pasan apuros económicos, está apuntado en una pizarra que los camareros actualizan constantemente. Todos los napolitanos conocen la costumbre y, según aseguran, el cafè sospeso es sagrado: a nadie que pueda pagarse un café se le ocurriría aprovecharse de esta generosidad anónima. Según parece esta costumbre ha llegado a España y ya hay algunos establecimientos que tienen una pizarra donde se registran los "cafés pendientes" y los "bocadillos pendientes".