Si hay algo que tienen en común todas las familias es que no las elegimos. Esto, en algunas ocasiones, implica que no siempre estemos en los mejores términos e, incluso, que aunque los queramos no nos llevemos bien.
Estás desavenencias suelen notarse especialmente en las fiestas navideñas, cuando pasamos más tiempo juntos y hay alcohol de por medio.
Sin embargo, si todavía queremos poder pasar estas fiestas con nuestras familias y el afecto nos pesa más que las discusiones, hay algunas cosas que podemos intentar para sobrevivir mejor y más exitosamente a la Navidad.
Reservemos tiempo para nosotras mismas
Una de las cosas que más nos afectan cuando pasamos las fiestas en familia, especialmente si implica pasar muchos días juntos en la misma casa, es el dejar de tener tiempo en el que estemos solas con nosotras mismas y pasar todo el tiempo rodeadas de gente.
Sabemos que las fiestas de Navidad están pensadas para pasarlas en familia, pero de nada sirve pasar cada minutos del día con ellos si al segundo día ya estamos tan estresadas que queremos irnos. Esto es especial verdad cuando las relaciones son difíciles.
Por ello, encontrar tiempo para nosotras solas es sumamente importante. En este tipo podemos aprovechar para hacer nuestras cosas, relajarnos, divertirnos y respirar.
Busquemos los puntos de encuentro
Lo que tienen las familias es que suelen conocerse muy bien. Sabemos qué temas hacen saltar a los otros, cuáles no deberíamos tocar y con cuáles andamos sobre seguro.
No se trata de evitar ciertos temas o guardar silencio ante cosas con las que no estamos de acuerdo, sino más bien en esforzarnos por buscar temas o cosas que sí tengamos en común y enfocarnos en lo positivo de esto. No siempre se pueden evitar los temas con los que se discute, pero si estamos pasándolo bien con los que tenemos en común, quizás los otros tarden más en llegar.
Ante el agobio, podemos darnos un tiempo fuera
¿Esto qué quiere decir? Que si lo estamos pasando mal en la cena o reunión, si nos estamos agobiando o enfadado de más, etc., podemos levantarnos un momento y salir.
Ya sea que vayamos al baño a refrescarnos, nos demos una vuelta un momento o aprovechemos para ir a otra habitación a hacer ejercicios de respiración, estamos en nuestro derecho a necesitar esos minutos y es una forma más relajada de pasar el momento.
Aprender técnicas de relajación
En línea con esto, a veces necesitaremos relajarnos. Aprender algunas técnicas de respiración, de meditación, mindfulness o relajación como la de Jacobson puede ayudarnos a relajarnos más rápido y eficazmente.
Controlar el consumo de alcohol
Por desgracia no podemos controlar del consumo de alcohol que hacen los demás, pero sí que podemos controlar el nuestro.
Las bebidas alcohólicas suelen ser enemigas de la moderación y la serenidad. Si estamos intentando pasar estas fiestas lo más en paz posible, no excedernos con el alcohol nos ayudará enormemente.
Respetar a nuestros familiares sin buscar convencerlos
De nuevo, no podemos controlar cómo nos tratan los demás, pero sí cómo los tratamos nosotros a ellos. Una de las cosas que suelen ocurrir con las familias, cuando no estamos de acuerdo o no nos llevamos bien, es que intentamos convencernos unos a otros de nuestros puntos de vista.
La realidad es que esto no suele funcionar y acaba siendo una gran fuente de conflicto y frustración. Si seguimos queriendo pasar las fiestas con nuestras familias, una buena táctica para sobrellevarlo mejor es aceptar - que no compartir ni aplaudir- que pensamos diferente, que podemos expresar nuestras opiniones y decir lo que pensamos, pero siempre desde el respeto y la asertividad, y sin buscar cambiar o convencer al otro.
La mesa o celebración no es el lugar para arreglar conflictos
A veces casi parece inevitable entrar en los conflictos pasados en los momentos menos adecuados. Tú llevas toda la noche intentando evitarlo y, de pronto, sin saber cómo, te encuentras discutiendo sobre ellos con todo tipo de detalles delante de todo el mundo.
La realidad es que la mesa o celebración de Navidad no es el momento de arreglar conflictos sin resolver. Y no por la fecha, sino por las circunstancias. Lo primero, seguramente haya gente en la mesa que no tiene nada que ver con el problema. Además, el tiempo es limitado y suele haber alcohol de por medio.
Si el tema surge lo mejor que podemos hacer es indicarle a la persona o personas en cuestión que este no es el momento, y concertar un día para hablar con calma y a solas sobre el problema.
Ninguna familia es perfecta
Cuando pasamos la Navidad con nuestra familia y aparecen los problemas, tendemos a anhelar lo que no tenemos: la familia perfecta, en la que todo el mundo se lleve bien y no se den conflictos.
La realidad es que tal cosa no existe y, como dice mi madre, "en todas partes cuecen habas". Anhelar un imposible que no existe solo nos hará sentirnos más resentidas con nuestra realidad.
Es el momento de hacer las paces con las cartas y la familia que nos ha tocado. Y, en última instancia, si no podemos o es demasiado para nosotras, nuestros sentimientos son válidos y podemos elegir no pasar estas fiestas con ellas.
Imágenes | Christmas With the Kranks, Love Actually, Giphy