Después de la Segunda Guerra Mundial, científicos del Reino Unido comenzaron a interesarse por las condiciones de vida de las madres y decidieron encuestar a todas las mujeres que dieron a luz en un período de una semana en 1946. 14.000 cuestionarios. Una generación después, lo hicieron de nuevo, y otra vez, encuestando a unos 70.000 niños a lo largo de sus vidas durante un período de 70 años para ver cómo les iba en términos de salud, educación y bienestar en general. La científica Helen Pearson analizaba los resultados del mayor estudio sobre desarrollo infantil realizado hasta la fecha en una charla TED.
Su primera conclusión es la más deprimente pero a su vez la menos impactante, porque los niños que nacen en familias desfavorecidas crecen, en promedio, con peores resultados en cualquier aspecto de los estudiados. El desarrollo cerebral puede verse obstaculizado por la pobreza en la primera infancia, llegando a ser un factor de riesgo para un menor rendimiento educativo. También está asociada con diferencias en la estructura cerebral, peor cognición, problemas de conducta y problemas de salud mental. Pero hay cosas que como padres podemos hacer aún sin apenas recursos y que los estudios han asociado con un mejor futuro para los niños como, como hablar con sus hijos y escucharlos, ser emocionalmente accesibles o la que nos interesa hoy: leerles diariamente y fomentar su afición por la lectura.
Más libros es igual a más inteligencia (entre otras cosas)
Si quieres garantizar que tu hijo tenga las mejores posibilidades de alcanzar su máximo potencial cognitivo, es decir, que sea más inteligente, sácale el carnet de la biblioteca. La profesora de desarrollo infantil y experta en lectura, Maryanne Wolf, explicaba en Lit Hub todo lo que un libro podía hacerle a nuestro cerebro demostrados por la neurociencia. La lectura es clave para el desarrollo saludable del cerebro según los estudios, y hasta favorece la inteligencia emocional y funciones ejecutivas como la memoria, la planificación o el autocontrol. Los libros pueden hacernos más inteligentes y más humildes intelectualmente, pero también hacer que desarrollemos una mayor empatía .
Según la Universidad de Cambridge, que analizó datos sobre el desarrollo y el rendimiento cognitivo de más de 10.000 niños, se puede observar un vínculo positivo entre leer por placer en la primera infancia y una mejor cognición, salud mental y logros educativos en la adolescencia. Y eso se mantuvo así sin importar cuánto dinero tuvieran sus familias, el potencial intelectual inicial del niño o el nivel educativo de los padres. Es decir, todos los niños se beneficiaron.
Este otro estudio publicado en Pacific Standard sugiere que existe una relación entre el número de libros que un niño tiene en casa y su desempeño en asignaturas como las matemáticas. Cuanto mayor era la biblioteca que tenía un niño en casa durante su infancia, mejor era su rendimiento en conocimientos numéricos y tecnológicos.
Todos estos beneficios nos cuestan cero euros porque la mayoría de las bibliotecas municipales son gratuitas. Comparte tiempo leyendo con ellos, lee en tu tiempo libre y que ese hábito les sirva como ejemplo. Solo tenemos que enseñarle a nuestros hijos el poder de la lectura para que esta haga magia en su cerebro y consiga que sean más inteligentes. Compartir este hábito con ellos no es tan complicado, ¿verdad?
Fotos | Ismail Salad Osman Hajji dirir en Unsplash, Annie Spratt en Unsplash
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