Nuestros padres y madres siempre intentaron hacerlo lo mejor posible con las herramientas con las que contaban. Eso no significa que siempre lo hicieran bien. Es el caso de la llamada “dishonest harmony”, en castellano armonía deshonesta, un estilo de crianza muy común en la generación de nuestros padres que ahora ha tenido consecuencias en sus hijos.
La generación W, también conocida como Baby Boomers, proviene de una época muy diferente en la que la norma era guardar las apariencias y guardarse para sí mismos aquellas opiniones que pudieran ser controvertidas. Esa generación tendía a mantener las apariencias y a no mostrar tanto sus sentimientos como por ejemplo hace la Generación Z, y fue lo que le enseñaron a sus hijos. Pero pasar toda la vida ocultando las cosas puede pasar factura. Por ejemplo, cuando negamos nuestras emociones y experiencias, no es extraño que busquemos la validación externa constante. Por eso el término “armonía deshonesta” está resonando entre los padres de entre 30 y 40 años que están recordando su infancia y tratando de hacer las cosas de manera diferente.
Y ahora, TikTok ha llegado para revelar este estilo de crianza tóxico y hay mucha más gente de la que se imaginaba que se ha sentido identificada después de haber sido criados de esta forma.
Qué es la armonía deshonesta
Alice Barker, en TikTok @ParkRosePermaculture, contestaba a un comentario que decía que “Estas personas son adictas a la ‘Armonía Deshonesta’ y en esa cultura, el que habla sobre los problemas, es el problema”.
@parkrosepermaculture Replying to @Joe Namath #boomerparents #toxicparent #harmony #genx #millennial #badparenting #conflict #nocontact
♬ original sound - Parkrose Permaculture
La armonía deshonesta de la que habla y que ha afectado a la Generación X y millennial, es una especie de acuerdo familiar en el que en lugar de abordar verdades incómodas o enfrentar realidades desagradables, los miembros de la familia acuerdan pasar por alto los problemas y mantener una fachada de tranquilidad. Son esas familias en las que los problemas no se hablan porque piensan que es mejor mantener las apariencias para, de alguna forma, conservar la paz. Todos saben que las cosas no son perfectas, pero nadie siente la necesidad de arreglar aquello que está mal.
En lugar de hablar del problema, los baby boomers aprendieron y después enseñaron a sus hijos a seguir adelante, callados y sin hablar del problema en sí. Esta forma de crianza se basa, según el medio Woody, “en la ignorancia selectiva y en bromas compartidas que rozan la realidad sin reconocerla del todo. Es el juego de “vamos a fingir todos” al que juegan los adultos para evitar el pesado trabajo emocional”.
Según Baker, esta actitud revela algo más profundo. Ella afirma que “lo que demuestra es su falta de capacidad para manejar la angustia que sienten cuando hablamos abiertamente de cosas incómodas”. Pero no solo de angustia, de cualquier emoción desagradable o mal llamada negativa. Lo que buscan es evitar el problema y cambian un conflicto honesto en el que podemos expresar nuestras necesidades y diferencias desde el respeto, por una armonía deshonesta, en la que los temas complicados se suprimen y se hace como si no existieran.
En el vídeo, Baker afirma que la armonía deshonesta funciona de la siguiente forma: “No hables de estos temas difíciles. Suprime tu dolor, suprime tu trauma. Definitivamente no hables abiertamente de ello para que puedas aprender a sanar y romper el ciclo”. Es decir, lo que se buscaba era que existiera una sensación de que todo iba bien aunque no hubiera nada que fuera bien. El deseo de los padres de la generación del baby boom era tener la percepción de que todo era dulce y maravilloso. Pero enfocándose ahí, dejaron de lado las necesidades de sus hijos. Todos podían ver el elefante en la habitación pero fingieron que no podían.
“¿Cómo no me enteré de la armonía deshonesta hasta ahora? Esto describe mi dinámica familiar a la perfección. Y si no respetas esa ilusión, automáticamente te etiquetan como el problema. Es frustrante”, escribió una persona en los comentarios del vídeo. No es el único. Hay cientos de ellos. “Mi padre se enfada si respondo a ‘¿Cómo estás?’ con algo que no sea felicidad enérgica. La positividad tóxica es muy agotadora y aplastante emocionalmente”, afirmaba otro.
La parte mala es que esos niños que se criaron bajo el paraguas de la armonía deshonesta ahora son adultos y padres. No hablaremos de que tengan o no traumas, por mucho que ahora se lleve hablar de ellos. Hablaremos de lo que ocurre cuando una generación crece y se da cuenta de que otro tipo de crianza es posible. Hablaremos de una generación que están intentando evitar con la crianza amable lo que ellos vivieron y ahora sí saben que hablar de las emociones y resolver los posibles conflictos es una manera mejor de hacerlo.
Lo saben porque como afirmaba en The Conversation Begoña Albalat Peraita, investigadora en psicología general sanitaria de la Universidad Internacional de Valencia, “esta es la generación deprimida porque es la que reconoce su malestar sin vergüenza ni miedo”. La generación anterior lo escondía y los ahora nuevos padres, lo muestran y los jóvenes de estas generaciones se atreven a decir que van al psicólogo sin ese miedo al qué dirán. Estamos más preparados para ser auténticos.
Baker habló con el medio Scary Mommy y aseguró que ella misma trabaja para evitar la armonía deshonesta. “Mis hijos siempre tienen la libertad de decirme lo que piensan sin temor a ser castigados. Mis hijos nunca se meterán en problemas por ser honestos. Crear un entorno seguro donde las personas puedan decir las cosas difíciles y resolver las conversaciones difíciles es realmente importante para romper el ciclo de la armonía deshonesta”.
Insistimos en esto: no todos los padres que hayan criado a sus hijos con la armonía deshonesta son malos padres. Son padres que trabajaron con las herramientas de las que disponían en ese momento. Ni más ni menos. Ellos consideraban que la mejor forma de educar a sus hijos y sacarlos adelante era proteger a sus hijos de todas las emociones desagradables porque ellos salieron adelante de esta forma. No lo hicieron sabiendo que hacían algo mal, lo hicieron pensando que estaban haciendo lo mejor para sus hijos.
Ahora que sabemos que las emociones importan, que son controlables y gestionables, podemos elegir criar a nuestros hijos dándole prioridad a eso. Puede que dentro de 40 años nuestros hijos vean otro error en nuestra forma de educarles, igual que nosotros hemos visto el error de nuestros padres. De momento intentemos no seguir con la armonía deshonesta. El resto vendrá después.
Fotos | Les Anderson en Unsplash, Ethan Hu en Unsplash, Age Cymru en Unsplash
En Trendencias | Estos son los hombres más guapos del mundo (y tenemos para todos los gustos)
En Trendencias | Amigos con derechos: todo lo que debes hacer para que salga bien
Ver 0 comentarios