Bill Gates es uno de los hombres con más éxito del mundo. Su empresa Microsoft es un referente y una de las que consiguió que ahora la tecnología esté más presente que nunca en nuestras vidas. Sin embargo, no está seguro de que se hubiera convertido en el multimillonario que es hoy si hubiera crecido como lo hacen los niños. Se refiere a las constantes distracciones que los móviles y las redes sociales suponen.
Existe un debate abierto sobre si las redes sociales repercuten de forma directa en la salud mental o no, pero más allá de preguntarnos si debemos limitar el uso de los teléfonos móviles en los niños, Gates plantea una interesante reflexión en su blog sobre el coste que pagan las nuevas generaciones de niños por crecer online. “Me perdía en libros o ideas, a menudo durante horas sin interrupción”, afirma. Y añade que esa capacidad de convertir el tiempo libre en reflexión y aprendizaje profundos “se convirtió en una parte fundamental de mi personalidad”.
Pero como bien explica Jonathan Haidt, psicólogo social de la Universidad de Nueva York, en su libro ‘La generación ansiosa’, los teléfonos inteligentes y las redes sociales han “recableado” los cerebros de los niños. Según datos del informe de UNICEF España ‘Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades’, en España los niños tienen un móvil antes de los 11 años y 1 de cada 3 adolescentes hace un uso problemático de Internet y las redes sociales. Haidt asegura en su libro que estas tecnologías han sido partícipes y en parte culpables, de la crisis de salud mental de la Generación Z. Se ha demostrado además que un uso constante de móviles y redes sociales también puede afectar a la memoria, la capacidad de concentración y la capacidad de atención de los niños.
La concentración ininterrumpida
La lectura del libro de Haidt hizo que Bill Gates se preguntase si habría desarrollado los hábitos que le llevaron al éxito de haber crecido con la tecnología actual. Como el de la lectura. ¿Lo habría conseguido si cada vez que estaba solo en su habitación tenía al alcance de su mano una aplicación que le distraía y que podía revisar? En la infancia de Gates, el entretenimiento venía de otros lugares fuera de una pantalla. La “infancia basada en el juego”, que según Harvard inspira el pensamiento creativo, hizo de Gates quien es hoy en día y le ayudó a desarrollar una concentración ininterrumpida que a nuestros hijos les cuesta cada vez más.
“Nuestra capacidad de atención es como músculos, y las interrupciones constantes y la naturaleza adictiva de las redes sociales hacen que sea increíblemente difícil que se desarrolle”, escribió Gates en su blog, y añadía que la tecnología tiene un “impacto en el pensamiento crítico y la concentración”. En su caso, y tal y como explica él mismo, siempre ha tenido una especie de compromiso con la concentración ininterrumpida. Por ejemplo, en la década de 1990 se retiraba a una cabaña aislada en el desierto solo con “una gran bolsa de libros y documentos técnicos” para lo que él llamaba su “Semana del Pensamiento” anual. Usaba ese tiempo apartado de todo (incluida la tecnología), para leer, pensar y escribir sobre el futuro sin interrupciones, y esas semanas de intensa concentración, según The Wall Street Journal, fueron vitales para generar las ideas que le hicieron rico.
La experta en productividad Laura Stack explicaba a la CNBC que “debemos crear un entorno que nos brinde la capacidad de concentrar nuestras mentes sin interrupciones de compañeros de trabajo, cónyuges, hijos, mascotas y tecnología, o nunca podremos concentrarnos en actividades de orden superior”. Es decir, si siempre tenemos distracciones, es poco probable que tengamos grandes ideas. Gates añadía que “sin la capacidad de concentrarse intensamente y seguir una idea a donde sea que lleve, el mundo podría perderse los avances que surgen al concentrarse en algo y mantenerlo ahí, incluso cuando la dosis de dopamina de una distracción rápida está a un clic de distancia”.
Al trabajar esa concentración ininterrumpida, estamos trabajando el autocontrol que, según Nir Eyal, profesor en la Escuela de Graduados en Negocios de Stanford y autor del libro ‘Indistractable: How to Control Your Attention and Choose Your Life’, determinará el futuro éxito de los que ahora son niños. “Volverse imperturbable es la habilidad más importante del siglo XXI, y es una que muchos padres no logran enseñar a sus hijos”, explicaba. Pero no es algo que solo piense este experto, esta investigación y este estudio publicado por American Scientist han investigado la relación entre autocontrol y éxito y el resultado es siempre el mismo: a más autocontrol, más posibilidades de triunfar.
El autocontrol es complicado de enseñar a los niños pequeños porque requiere paciencia, pero sobre todo coherencia. Si como padres somos los primeros que nos distraemos con nuestros móviles y las redes sociales, ¿cómo no van a hacerlo nuestros hijos?
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