Ningún padre quiere que le pase algo malo a sus hijos, pero es posible que ese pensamiento nos lleve a convertirnos en unos “padres cortacésped”, un concepto que deriva de la "crianza helicóptero", pero que va más allá.
Y aún no lo sabes, pero este estilo de crianza podría estar provocando que tu hijo no sea feliz y no cuente en el futuro con las herramientas necesarias para resolver los obstáculos que encuentre en la vida. Te explicamos por qué.
La "crianza helicóptero" y los “padres cortacésped”
La idea de "crianza helicóptero" o helicopter parenting en inglés, describe un estilo de educación en que los padres tienen un comportamiento sobreprotector y controlador con sus hijos. Es algo así como que los padres siempre sobrevuelan al niño, lo que limita su libertad de movimiento y actuación.
Por ejemplo, si tenemos dos hijos y cada vez que pelean, intervenimos zanjando la discusión, no les damos la oportunidad de que aprendan a resolver un conflicto en sus relaciones futuras.
Tal y como explica el profesor universitario Karen Fancher, “Como padres inevitablemente veremos a nuestros hijos luchar, sentirse incómodos e, incluso, fallar. A pesar de lo doloroso que puede ser, no le está haciendo ningún favor a su hijo protegiéndolo de la vida y resolviendo los problemas por él”.
Y es justo eso lo que harían los “padres cortacésped”. El término lo descubrimos en un post anónimo de We Are Teachers en el que un profesor explica cómo se comportan los padres cortacésped. Son aquellos padres que en su crianza, no preparan a sus hijos para los desafíos, sino que cortan los obstáculos para que los niños no experimenten ninguna mala sensación en primera persona. Hay quien afirma incluso que los padres cortacésped son en realidad una subcategoría de los padres helicóptero.
El problema es que ese estilo de educación puede afectar al desarrollo emocional de los niños. Cuando educamos a los niños sin dejarles experimentar, no criamos niños más felices, sino niños que no tendrán ni idea de qué hacer cuando se encuentren con dificultades. Por eso es importante que el niño aprenda a resolver sus conflictos solos, sin que como padres, eliminemos los obstáculos que puedan ir surgiendo.
Y ojo, no es que no debamos proteger a nuestros hijos, es que les proporcionemos un entorno seguro en el que los niños pueden aprender a orientarse por sí mismos y hacerse valer. A resolver sus conflictos, a procesar las mal llamadas emociones negativas como la frustración o la ira.
No dejarles experimentar todo eso comportándonos como “padres cortacésped” puede tener consecuencias en el futuro que vayan desde una mala gestión del fracaso hasta a desarrollar el síndrome del impostor o provocar que tengan poca autoestima.
Los niños con padres sobreprotectores pierden seguridad y podrían no saber cómo reaccionar ante una dificultad. A veces, permanecer en el rol de observador con nuestros hijos, es la mejor manera de que aprendan, sin que seamos nosotros quienes resolvamos el conflicto.
Fotos | Kelly Sikkema y Jessica Rockowitz en Unsplash
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