Convertirse en adulto implica, además de tener que pagar los gastos de una casa, tener que decidir qué relaciones conservamos y cuáles no. En el caso de nuestra familia, esto se vuelve especialmente complicado porque no todos los entornos son iguales. Es posible que hayas crecido con una familia que te apoyó, que validó tus emociones y te hizo sentir importante. Quizá tus padres dieron importancia a vuestro vínculo y trabajaron en el desarrollo de tu inteligencia emocional. Puede que te hayas sentido seguro y querido.
Pero también existe la otra cara de la moneda. Un entorno familiar que no fue capaz de brindarte el apoyo emocional adecuado por los motivos que sean. Unos padres que ahora, decides tener lejos por todo lo que viviste en el pasado. La psicología afirma que los padres que no tienen un vínculo estrecho con sus hijos cuando estos son adultos, suelen tener ciertos rasgos de los que no son conscientes y que tienen la culpa de vuestro distanciamiento.
No están emocionalmente disponibles
La disponibilidad emocional es una pieza clave en cualquier relación. Según los expertos de Therapyside, estar disponible emocionalmente significa “tener la capacidad de conectar con los propios sentimientos y los de los demás”, pero además implica “estar presente de manera natural y abierta, sin bloquear las emociones ni evitar la vulnerabilidad”. Es tan importante que un padre esté emocionalmente disponible, que este estudio asegura que cuando los padres tienen actitudes de aceptación y apoyo, sus hijos desarrollan habilidades de regulación emocional más fuertes. Es decir, mejora su inteligencia emocional. En cambio cunado no están disponibles, los niños tienen dificultades para expresar y procesar sus emociones y eso repercute en sus relaciones cuando son adultos.
Te pongo un ejemplo. No podías llorar delante de tu padre porque te regañaba. Otro ejemplo. En tu casa no se podía hablar abiertamente de tu orientación sexual porque no te sentías apoyado ni escuchado. El vínculo entre padres e hijos puede romperse si la relación durante la infancia se basó en ignorar los sentimientos y no brindar espacio para hablar de temas emocionalmente complicados.
Son egoístas
Crecer con unos padres que constantemente priorizaron sus propias necesidades por encima de las tuyas, puede haber dejado una profunda huella en tu desarrollo y haber afectado a tu autopercepción y hasta en la forma en que te relacionas. A medida que esos niños dejan de ser niños y se convierten en adultos, lo más normal es que se produzca un distanciamiento de sus padres.
No son cariñosos contigo
La carencia afectiva hace referencia a la ausencia sustancial de afecto durante una temporalidad lo suficientemente larga como para repercutir en la sensación de bienestar de la persona que la padece, tal y como explica la psicóloga Desirée Urbano. La experta añade que esa carencia de afectividad “puede causar graves problemas en el desarrollo de la personalidad, especialmente cuando ésta se ha producido en edades más tempranas”.
En palabras del psicólogo Ramón Soler, los bebés vienen al mundo con unas necesidades físicas y emocionales que deben ser cubiertas para que se conviertan en adultos equilibrados. “El contacto físico, las muestras de cariño, el hecho de sentirse protegido o el respeto por su persona y sus intereses no son esenciales para su supervivencia física pero resultan imprescindibles para su correcto desarrollo psicoemocional”. Si creciste sin ese cariño, es normal que el vínculo entre tú y tus padres se debilite con el paso del tiempo hasta hacerse inexistente.
Son demasiado críticos
A nadie le gusta tener cerca a alguien que constantemente te dice lo que haces mal, lo que podrías haber hecho mejor o lo que nos has conseguido. Queremos a nuestro lado a personas que validen nuestros logros, no a aquellas que critican y juzgan siempre. A nadie le gusta que le digan constantemente que está equivocado, y cuando nuestros padres se centran más en los errores que en quiénes son sus hijos como adultos, se levanta un muro entre ellos que es difícil derribar.
No respetan tus límites
Tener límites en todos los aspectos de tu vida es algo importante porque nos ayuda a cuidarnos y a cuidar nuestra salud mental. Pero si estableces esos límites y tus padres los pasan por alto constantemente, es más que probable que se produzca una distancia entre vosotros. Tú sientes que no te están escuchando ni respetando, y aunque para ellos sea algo insignificante, para tí es algo que va minando la relación hasta reducirla.
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