No son hombres de alto valor, es “sexismo de alto valor”. Las pruebas están en el vídeo viral de Ashton Hall

Cuidarse era cosa de chicas y ahora es de machos alfa que tratan de recuperar roles de género tradicionales que creíamos extintos

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Anabel Palomares

Editor

Se levanta a las 3 de la mañana para hacer ejercicio y seguir una rutina casi imposible en la que no faltan tiras nasales y cinta bucal por la noche para obligarlo a respirar por la nariz, baños faciales con agua helada carísima (Saratoga Spring Water, que en EEUU se vende por 40 dólares por 12 botellas) para empezar el día, gimnasio, meditación, lectura y hasta pasarse una piel de plátano por la cara. "Las rutinas fáciles no son suficiente, levántate”, reza el vídeo de Ashton Hall con más de 12 millones de reproducciones y subiendo.

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Hemos pasado de ver el cuidado masculino como algo de gays y risible a algo aspiracional. Ver a hombres levantándose a horas intempestivas era algo extraño y ahora hemos normalizado el club de las 5 de la mañana. Pero la popularidad de Ashton Hall, un entrenador de fitness con más de 5,1 millones de seguidores en Tiktok y 9,4 millones en Instagram, no solo ha sido parodiado de mil maneras, también ha reabierto el debate de la nueva masculinidad y sobretodo de los “hombres de alto valor”.

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La evolución de la belleza en la masculinidad

Lo más curioso es que hace no tanto tiempo, los hombres que se cuidaban eran tildados de metrosexuales, un término acuñado en 1994 por el periodista británico Mark Simpson. “El hombre metrosexual, el joven soltero con altos ingresos disponibles, que vive o trabaja en la ciudad, es el mercado de consumo más prometedor de la década. En los ochenta, solo se le veía en revistas de moda como GQ, en anuncios de televisión de vaqueros Levi's o en bares gay. En los noventa, está en todas partes, incluso de compras”, aseguraba.

“La vanidad masculina era en el mejor de los casos vista como ‘afeminada’ o en el peor, como ‘pervertida’”

Eran hombres heterosexuales que se cuidaban, porque hasta entonces, cuidarse y preocuparse por la ropa, piel y cuerpo, era considerado una característica femenina. A principios de los 90, como explica Simpson en The Telegraph, el hombre metrosexual luchó contra el juicio porque el hecho de cuidarse se asociaba con la homosexualidad. “La vanidad masculina era en el mejor de los casos vista como ‘afeminada’ o en el peor, como ‘pervertida’”, aseguraba.

Con la llegada de los metrosexuales la vanidad masculina dejó de ser un estigma y empezó a popularizarse. Con los metrosexuales de segunda generación el término evolucionó: “spornsexual”. En 2014, Simpson hablaba de un hombre que no se preocupaba tanto por la ropa, sino más por el culto al cuerpo. Son asiduos al gimnasio y tienen la intención de convertirse en objetos sexuales de deseo. “La segunda ola da por sentada la revolución que impuso en la estética masculina. Empapados de imágenes de la deseabilidad masculina desde el nacimiento y masturbándose frenéticamente con pornografía en línea desde la pubertad, han sexualizado por completo el cuerpo masculino y potenciado el deseo masculino de ser deseado, que siempre estuvo en el corazón de la metrosexualidad", explicaba Simpson. Hombres queriendo gustar por encima de todo y usando sus propios cuerpos para ello.

Hubo quien afirmó que eran "gigolós de la calle, musculosos, excitados y terriblemente sexualizados". Para Simpson, “el cuerpo masculino ha sido rediseñado radicalmente como un juguete sexual sensual diseñado para dar y, sobre todo, recibir placer”. El spornsexual quiere ser follable. Ahora los metrosexuales han muerto, y los spornsexuales han evolucionado a “hombres de alto valor”. Con el peligro que eso conlleva.

“Así se construye un hombre de alto valor”

Ashton Hall no es el único. No podemos evitar pensar en la aportación española más popular de este tipo de contenidos, Amadeo Lladós, pero hay más casos como esta versión asiática, Jeremy Park, o el conocido Andrew Tate. Este último, acusado de tráfico de personas y violación, definía a un “hombre de alto valor” como uno “capaz de hacer dinero, listo, rico, fuerte, capaz de matar a alguien y coger un bebé en brazos el mismo día” en este vídeo.

Bajo esta premisa surgen miles de vídeos y artículos que llenan internet. Contenido de autosuperación en torno a la manosfera porque en el constructo de esta masculinidad el hombre se cuida, sí, pero ya no solo hay espacio para el cuidado, sino para el machismo. No son hombres de alto valor, es “sexismo de alto valor” y si nos fijamos bien en los vídeos de Ashton Hall veremos la perpetuación de los estereotipos de género. Voy a dejarte tres momentos de su vídeo.

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Hall rompe una botella y quien recoge el destrozo es una mujer. Él no tiene tiempo, está demasiado ocupado siendo un “onvre”. Las zapatillas se las deja en el suelo una mujer. Agacharse es cosa de ellas. El bol de hielo se lo acerca, de nuevo, una mujer. También es ella quien le hace la comida y quien le hará la cama. No tengo pruebas, tampoco dudas. Ella cuida. Él provee.

Si nos fijamos bien en los vídeos de Ashton Hall veremos la perpetuación de los estereotipos de género

El detalle en sí puede parecer una tontería pero el vídeo se edita. Está montado, no es un plano secuencia. Hall quiere que se vea que hay una mujer sirviéndole. Quiere mandar el mensaje de que él es el macho alfa. Quiere que todos sus seguidores vean que él está en una posición y ella en otra y ambas, perpetúan los estereotipos de género. Nosotras cuidamos y ellos traen el pan a casa, o mejor dicho el dinero para comprar el pan, porque la compra también la hacemos nosotras.

La ultraderecha, la manosfera y los hombres de alto valor

En el caso de las mujeres, esos perfiles tradicionales que creíamos extintos han vuelto bajo el nombre de “tradwife”, mujeres que se quedan en casa cuidando a su familia y estando simpre guapas y delgadas como Norah Smith, una de las más conocidas. En el caso de ellos con un ideal de éxito basado en la riqueza y el lujo. Esa recuperación de roles machistas que creíamos cosa del pasado ha vuelto como respuesta al feminismo y no solo en redes, también en política. La ultraderecha, el ultraconservadurismo y el ultraliberalismo están calando profundamente en la Generación Z. Los mensajes de la manosfera, como vimos en la serie ‘Adolescencia’ de Netflix en la que aparecía la regla del 80/20, ya está en boca de adolescentes.

Anna Iñigo, periodista especializada en el estudio de la manosfera, explicaba en La Vanguardia que los discursos de alto valor buscan "regresar un poco a la idea del hombre cazador, pero actualizada al contexto actual. Beben de estas tendencias ultraliberales de tener dinero, de ser capaz de proveer, de ser emprendedor. Y también de estereotipos naturalmente sexistas, de no dejarse llevar por las emociones, de tener mindfulness, mindset, de mostrarse siempre seguro, de alcanzar el perfeccionamiento corporal". Es por eso que son discursos que recuperan filosofías antiguas, como en el caso de los estoicos, pero lo hacen siempre sin adaptarlas a los nuevos tiempos y buscando que sean los nuevos tiempos quienes se adapten, regresando a un pasado que aseguran que era mejor, y sin usar un Delorean.

Esa recuperación de roles machistas que creíamos cosa del pasado ha vuelto como respuesta al feminismo y no solo en redes, también en política

Para Fernando Herranz, especialista en estudios de género en la Universidad de Alicante, el discurso cala porque pretende dar una “solución fácil a problemas de gran complejidad” y en lugar de pensar en la raíz de los problemas (un sistema económico y social que habría que revisar), buscan regresar a un “pasado idílico de lo que era ser hombre” para tener una falsa sensación de control como explicaba en El Diario. ¿El motivo? Culpan al movimiento feminista de que se “haya perdido la esencia de lo que realmente es ser un hombre”.

Los hombres de alto valor no se quejan, no lloran ni muestran emociones. Son fuertes y no se permiten tener fucking panza. Son mejores que tú porque ellos se levantan para ganar y cuidan su cuerpo hasta el extremo porque sin él no se logra el éxito. Los gordos no triunfan ni se compran un Ferrari. Ese discurso está tan cerca del fascismo que asusta. La escritora Naomi Klein decía en su libro ‘Doppelganger: Un viaje al mundo del espejo’ que en el auge de la desinformación, las identidades se confunden y se distorsionan en la era digital. Son figuras que se presentan a sí mismas como "hombres de alto valor" quienes contribuyen a una polarización y sobre todo quienes difunden narrativas que refuerzan estereotipos de género. “Cuando se trabaja dentro de un sistema jerárquico de seres humanos y cuerpos, se entra en el territorio del fascismo”, aseguraba Klein en The Guardian, porque perpetúa la idea de clasificar a los seres humanos y posicionar a unos por encima de otros. Los hombres de alto valor están por encima y por debajo, el resto.

Platón consideraba que la belleza es una manifestación del bien, conexión que se refleja en el concepto de "kalokagathía" que usaban otros filósofos griegos como Aristóteles. Pero en lugar de usar ese concepto, estos personajes prefieren recordar frases de Marco Aurelio que imprimen en camisetas y repiten como un mantra que ya ha llegado hasta a los grandes líderes tecnológicos. Mientras lo hacen, la manosfera avanza silenciosa y muestra sutilmente, como hemos analizado en el vídeo viral de Ashton Hall, dónde debe estar la mujer.

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Fotos | TikTok @ashtonhallofficial

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