Es muy posible que no se te haya pasado nunca por la cabza la idea de lavar el arroz antes de cocinarlo. De hecho, es bastante habitual que en Europa nunca lavemos el arroz. Sin embargo, en Asia (y especialmente en Japón) es habitual lavar el arroz que se utiliza para hacer sushi. De hecho, es algo que se hace a conciencia, hasta dejar prácticamente transparente el agua con el que se lave estos granos.
Esto tiene que ver con que aquel arroz es especialmente glutinoso (es decir, que tiende a pegarse más) y un arroz demasiado espeso dificultaría elaborar los nigiri, entre otras recetas. Sin embargo, aunque sea para hacer un arroz blanco o un arroz a la cubana, nosotros también podríamos lavar el arroz que vayamos a cocinar por una sencilla razón: restar almidón.
Resulta que el almidón es el enemigo principal de los arroces sueltos y esta es la razón por la que se nos hacen bola y quedan pegados. Basta con lavar el arroz una o dos veces, hasta que el agua del lavado queda relativamente blanca. A partir de ahí ya podemos hacer nuestro arroz como de costumbres y conseguiremos que quede más suelto.
Baiq Daling (Unsplash)
Además, tampoco hace falta tirar ese agua de lavado. Como sucede con el agua de cocer la pasta, aprovechar que ha cogido ese almidón nos servirá para espesar guisos o salsas sin, por ejemplo, tener que recurrir a la harina o a concentrar en exceso los sabores al reducir la salsa.
De hecho no es la única salida para el agua de lavar el arroz, pues también se puede reutilizar para lavar los platos. Esto se debe a que el almidón que acumula facilita el arrastrado de la suciedad o de la grasa que se haya adherido a la vajilla.
Como últimaidea, el agua de lavar el arroz también puede servir para regar nuestras plantas, así que no hace falta que tiremos este agua tras cocinar, sino que podemos darle muchas más vidas de las que pensamos.
Foto de portada | Jocelyn Morales
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