He cambiado el chorizo por esta carne en las lentejas estofadas y el resultado es más sano y mucho más rico

El truco con el que mejorar las lentejas de tu abuela y hacerlas más ligeras y menos grasientas sin perder proteínas ni sabor

Lentejas Estofadas Sin Chorizo
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Anabel Palomares

Editor

Las legumbres son un alimento que me encanta porque resultan versátiles y porque son fuente de proteínas, nutrientes, fibra y un sinfín de cualidades más. Y aunque las recetas son variadas, en España hay clásicos que no siempre son lo más recomendable si queremos seguir trabajando porque las carnes que se le añaden pueden hacer las recetas algo pesadas. Por ejemplo la fabada, o las lentejas estofadas con chorizo.

No quiero renunciar a las proteínas qué, como bien explicaba el biólogo Santiago Campillo en Vitónica, “son la base de todo ser vivo, ya que son las biomoléculas más versátiles que existen”. Entre los alimentos que más proteínas tienen están las legumbres, cereales como el trigo o la soja, el pavo, el atún, pescados rojos, los frutos secos, los huevos, la leche o el queso. Pero si hablamos de enriquecer las lentejas estofadas, a mí me gusta cambiar el chorizo que me sienta peor y cuya digestión es mucho más pesada, por unas maravillosas costillas de cerdo.

Puedes usarlas adobada, que con el toque de pimentón nos aportará un sabor muy similar al que daría el chorizo, pero frescas son, para mi gusto, una opción mucho mejor. Mi truco para darle sabor a las lentejas es marcar las costillas cortadas y con un poco de aceite de oliva a fuego vivo en la olla para que sellen. Una vez bien marcadas, hacemos en ese aceite un sofrito que va a ser clave para las lentejas: pimiento verde y rojo, cebolla y un ajo, todo bien picado y dejando que se haga lentamente.

Es importante que no tengamos prisa. Los guisos son un regalo que nos hacemos porque en ellos empleamos tiempo para cuidarnos, y como tal, hay que respetarlos. Una vez bien pochada la verdura, le echamos un tomate rallado y dejamos que dore, reduzca y se cocine el tomate. Calma, que el sabor está todo ahí. Luego devolvemos las costillas a la olla, añadimos las lentejas, una hoja de laurel y cubrimos con agua. Dejamos cocer y te aseguro que estas lentejas no tienen nada que envidiarle a las de tu abuela.

Fotos | Directo al Paladar

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