Existe un eterno debate sobre si la fruta del verano es la sandía o el melón. Hay quien prefiere el melón porque dice que es más dulce, pero eso también suma más calorías. Pero ¿y si te digo que es posible comer sandía más dulce sin necesidad de añadirle azúcar o cualquier otro endulzante? Entonces quizá la sandía se convertiría en la completa y absoluta ganadora.
Aunque te hemos contado cuál es el truco infalible para elegir la sandía más dulce del supermercado es posible que aún le falte un punto de dulzor. Quizá porque se ha recogido demasiado pronto de la mata o porque no es una variedad con tanta fructosa. Sea por lo que sea, tenemos un truco infalible para que la sandía sepa más dulce añadiendo un ingrediente que tenemos en la cocina y que no te esperas: sal.
La magia de la sal para endulzar
La sal es un ingrediente que se usa en cocina para dar sabor a los platos. También en platos dulces. Por ejemplo, unas buenas cookies siempre llevarán un pellizco de sal para realzar los sabores. La que posiblemente es la mejor salsa dulce del mundo, la de caramelo salado, lleva sal.
El motivo nos lo explica Samin Nosrat en el libro gastronómico ‘Sal, grasa, ácido, calor’. “La relación entre la sal y el sabor es multidimensional: la sal tiene el suyo propio y realza el de los demás ingredientes”. El motivo es fisiológico, químico y absolutamente fascinante. Como decíamos, y aunque puede parecer contradictorio endulzar los alimentos con sal, esta es la clave para desbloquear otros sabores. Imagina que tomas un brownie de con café expreso sobre el que espolvoreamos una pizca de sal marina. La sal realza el dulzor y, a la vez, matiza la intensidad amarga del café.
Tus papilas gustativas son las culpables. Según un estudio de la Universidad de Okayama, el cloruro que forma parte de la composición química de la sal, puede actuar sobre los receptores del sabor dulce en pequeñas cantidades. La señal se envía al cerebro, intensificando la percepción del dulce en nuestra boca.
Además, y como explica la experta, “la mayoría de las células de las verduras y las frutas contienen un carbohidrato no digerible llamado pectina”. La sal ayuda a que la pectina se debilite, lo que mejora también la digestión.
Eso sí, no se trata de echar sal como si no hubiera un mañana, sino de añadir un poco de sal (poco) que consiga acentuar ese dulzor. Y ya que estás, prueba la sal también para reducir el amargor. Como explica Nosrat, “aunque habitualmente utilizamos azúcar para compensar las notas amargas de una salsa o una sopa, lo cierto es que, en esos casos, la sal es mucho más efectiva. Lo puedes constatar en bebidas como la tónica, el Campari o el zumo de pomelo, que son amargas y dulces. Prueba una cucharada, añade una pizca de sal y vuelve a probar. Te sorprenderá lo mucho que rebaja”. Doy fe de que funciona.
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Fotos | Sahand Babali en Unsplash, Team Easil en Unsplash
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