Sin duda es una buena noticia. Porque muchos acudimos al gimnasio y luego, al salir, y nos entra hambre, el siguiente sentimiento que posible nos asalte es las dudas por si de verdad podemos comer de todo para posteriormente invadirnos un sentimiento de culpabilidad si, después de haber estado 45 minutos dándole duro a la cinta y una hora y media mancuerna arriba, mancuerna abajo, nos decidimos por irnos de cañas o meternos al cuerpo una hamburguesa de las que marcan época.
Pues bien, os traigo nuevas noticias amigos. Y es que, según los últimos estudios realizados que versan sobre materia de fitness y nutrición, parece ser que después de una dura sesión de entrenamiento, ya sea en el gimnasio o al aire libre, no hay nada mejor que un masaje terapéutico, cosa que creo que es bastante obvia (a todos nos sienta de puturru de foi un masaje) y un tentempié a base de pipas de girasol y cerveza. ¡Viva!
Empezamos con el masaje, que creo que es lo menos llamativo del estudio. El estudio, realizado en la universidad de Ohio, ha determinado que, después de realizar el estudio a más de 100 voluntarios, han comprobado el poder anti-inflamatorio de un masaje con movimientos cíclicos de compresión en los músculos, inmediatamente después de una sesión de deporte. Con ello se consigue que los músculos, tensos después de la sesión deportiva, se relajen y con ellos evitemos las contracturas debidas a los malos movimientos ejecutados en los ejercicios (cuidado con eso), las agujetas, pues conseguimos diluir el ácido láctico, responsable, una vez que cristaliza, de las famosas agujetas.
Pero lo realmente sorprendente es que según parece, últimamente los nutricionistas y los médicos están recomendando el consumir cerveza y pipas después de las sesiones de gimnasio, especialmente si en ellas ha habido mucho desgaste físico o pérdida de agua durante su realización (ya sea por sudoración o micción). ¿Y en que pueden ayudarnos estos dos a recuperarnos de las arduas sesiones en pos de conseguir nuestro tipito tan ansiado para este verano?
Pues por una lado, la cerveza posee un valor rehidratante altísimo además de ser una fuente de carbohidratos, minerales y vitaminas muy elevada. Para que os hagáis una idea viene a ser como una bebida isotónica con la diferencia que la podemos tomar en una terracita con nuestros amigos sin que nos miren mal y nos digan que dejemos de obsesionarnos con la absurda idea de perder esa barriga que echamos durante las vacaciones de navidad y que hemos pasado a engrosar en las de Semana Santa gracias a nuestras queridas amigas las torrijas. Además de estos beneficios, posee un poder energético muy elevado, que nos vendrá de perlas para recuperar fuerzas.
Por otra parte, el popular remedio de agua con azúcar para evitar las agujetas, que últimamente está siendo puesto en tela de juicio pues se ha demostrado que su efecto es nulo, va a dejar paso, tanto a los masajes que os comentábamos anteriormente, como a un nuevo aliado, digno competidor de la cerveza: las pipas de girasol. ¿Y por qué? Pues porque aunque parezcan pequeñas e inofensivas, estos pequeños frutos secos son una fuente increíble de potasio y magnesio, además de reducir el riesgo de lesiones y mejor el rendimiento muscular, evitando por ello las agujetas provocados por una sobrecarga muscular o una carga moderada pero después de un largo periodo de inactividad.
Y si juntamos ambos dos obtenemos que, si nos vamos a una terracita, ahora que empieza el buen tiempo, y pedimos una caña y que nos la acompañen con unas pipas, además de conseguir que los amigos nos dejen de pegar la brasa, nos ponemos a tono, nos recuperamos, mejoramos, nos damos un capricho al cuerpo y, con ese incentivo, cualquiera acude al gimnasio 4 días a la semana. Creo que me voy a bajar ahora mismo, que esta noche me apetece cervezear un poco, la verdad.
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