A tan sólo una docena de kilómetros de la encantadora “Ciudad roja” de Marrakech, entre las apacibles llanuras de la región del Atlas, en medio de extensos jardines de palmeras, antiguos olivares, naranjos y arbustos de lavanda en flor, se encuentra el Royal Palm Hotel.
Un hotel con 134 suites y villas que no invita a sumergirnos en su auténtica cultura local para recuperar el contacto con nuestro yo interior, disfrutando de la dulce armonía de un lugar paradisíaco que emana elegancia y sofisticación por los cuatro costados.
Las nevadas montañas del Atlas se despliegan a lo lejos con toda su majestuosidad, un lugar tranquilo, donde se puede respirar aire puro y disfrutar de una luz brillante y suave que parece arrojar un velo transparente por todo el lugar.
Pero aunque se trata de un lugar de ensueño, lo mejor de todo quizá sea su servicio siempre atento para atender cualquier necesidad, anticipándose incluso a ellas para no alterar la tranquilidad del lugar.
Lo que más sorprende desde el momento en que cruza el imponente vestíbulo de este hotel es una suntuosa decoración propia de cuento de hadas. La tenue iluminación azul oriental y la serenidad del lugar aportan un cierto carácter mágico al lugar.
Además, la encantadora hospitalidad de sus gentes, su innata sencillez y cordialidad proporcionan la sensación particularmente agradable de sentirse como en casa.
Esta sutil combinación de simplicidad y grandeza, de proximidad y lejanía surge del mimetismo entre la arquitectura y su entorno. Un paisaje espectacular y una arquitectura pura y lineal que ha sabido captar la esencia de la tradición marroquí, con un contraste de líneas horizontales y verticales que acentúan la profundidad del cielo y las vistas sin fin.
Una vez que te instalas, parece como si el tiempo se detuviese, y ya no hay necesidad de elegir entre el placer y la relajación pues uno experimenta la sensación de alojarse en una preciosa casa.
Las suites, que tienen un tamaño entre los 72 y los 310 m2, son toda una invitación a disfrutar de un tiempo en familia o de gozar de auténticos momentos de relax en un entorno intimista. Cada una de ellas ofrece también vistas exclusivas y privilegiadas de las montañas del Atlas.
Todas son un auténtico reflejo del propio Marruecos, una mezcla de diferentes épocas; la combinación de artesanía y diseño contemporáneo en el mobiliario y en la decoración es un placer para los ojos y una fuente de bienestar.
La Suite Presidential cuenta con con dos suites a cada lado de la sala de estar, una chimenea central y un maravillosa terraza que se despliega como si fuese una alfombra al pie de las montañas. Todas estas villas disfrutan de una privacidad absoluta, y cuentan con una piscina privada, un jardín con vistas y un baño turco.
El chef francés Philippe Jourdin, poseedor de varias estrellas Michelin, se encargará de hacernos disfrutar con sus creaciones culinarias más exquisitas a través de una gastronomía creativa y deliciosa adquirida en La Tour d'Argent de París.
Los amantes de la pastelería fina disfrutarán de las delicias dulces creadas por el chef de repostería, Richard Guerin. Su pasión le ha llevado de Rennes a Londres y a Sydney antes de trasladarse a Marruecos.
El restaurante Le Caravane acoge a sus huéspedes con una decoración que inspira a viajar: troncos viejos, cuero, iluminación suave y colores cálidos crean un ambiente elegante y refinado para disfrutar de una gran experiencia gastronómica.
El restaurante Al Aïn decorado con azulejos Zellij y con vistas al campo de golf es una maravillosa escapada a los mil sabores de la cocina marroquí.
Le Bar ofrece un ambiente de jazz, con chimenea y un bar decorado con latón, un rincón de lectura, suelo de granito negro cubierto por unas grandes alfombras de lana de alta calidad, telas preciosas, un piano y un ventilador vintage. La silenciosa atmósfera, con un toque británico, resulta ideal para hacer vida social en un entorno informal. Un lugar agradable y relajado para disfrutar de música en directo, del tabaco o de los cócteles que prepara su bartender.
El hotel cuenta también con un magnífico Spa regentado por Clarins y con un espectacular campo de golf de 18 hoyos situado en medio de paisajes excepcionales con las cimas nevadas de las montañas del Atlas de telón de fondo, que proporcionan el toque final a este cuadro perfecto del Marruecos auténtico.
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