J&B, el whiskey más vendido en España – dicen que por lo fácil que resulta pronunciarlo -, ha contratado a Sébastien Mathieu de Le Sphinx (un estudio de tattoo famoso en el mundo entero), para que aplicase su arte como tatuador en una edición especial.
Mathieu ha creado veinticinco croquis que aparecerán plasmados en una serie compuesta por veinticinco botellas, numeradas y firmadas por el artista, en edición limitadísima, que pasarán a integrar la colección privada de la marca.
Para poder ser tatuadas, las botellas en cuestión han sido recubiertas por una capa de látex - la misma que se utiliza para hacer prácticas de tatuaje -, y requirieron un trabajo de veinte horas.
El tatuaje, en su día un arte denostado y relegado a presidarios y gente de mal vivir, tuvo su origen cuando los marineros al servicio de Su Majestad Británica retornaban a Londres y querían dejar testimonio de sus aventuras más allá de la sus relatos.
Su uso fue ganando adeptos en las clases aristocráticas, un ejemplo de innovación cutural Down-Up, luego de que figuras como el Príncipe Bertie, más tarde coronado como Eduardo VII se hizo su primer tatuaje en 1862.
Con estos antecedentes no es raro que un whiskey como J&B, cuyos inicios se remontan a 1749 en Londres y que empieza su auge en 1831 cuando adopta la marca J&B - del comercializador de vinos y licores Justerini y Brooks -, quiera ponerse en la piel de esos hombres que relataban en su propia piel sus aventuras allende los mares.
Así pues, las botellas de esta la J&B Tattoo by Sphinx representan un homenaje a la cultura underground de Londres, y se expondrán, como si fuesen obras de arte, en el bar Publicis Drugstore de los Campos Elíseos y en restaurante L'éclaireur en la Rue Herold de París.
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