Lo dije hace tiempo y lo he cumplido. He pasado una tarde en Ortega y Gasset nº 10, en Madrid... en Tiffany & Co. Primero de todo, el esquinazo donde se encuentra es brutal: Jimmy Choo a un lado, Louis Vuitton a otro, Cartier en los primeros números, y Dolce & Gabbna cerrando el círculo. Eso, sin separar los pies del suelo, sólo girando la cabeza.
Tiffany & Co. ocupa un esquinazo de la milla de oro madrileña. Dos pequeñas puertas de cristal te invitan a pasar por el lado que elijas. Según entras, y pasas los toldos en ese color azul precioso, la nada... porque al entrar, sólo hay seguridad y un ascensor. Y es cuando viene el dilema. ¿A la parte de arriba? ¿O bajo las escaleras?
Pues yo subí directamente. Sin pensar. La mejor de mis sonrisas disimulando la emoción... sí, no soy Audrey, no soy millonaria, pero dentro de la joyería te sientes especial... moqueta suave, luz tenue, pasamanos en tonos dorados, un chico con sonrisa permanenten y un simpatiquísimo guardia de seguridad que nada más entrar ya sabe lo que significa esa sonrisa.
Al subir, un matrimonio está eligiendo pendientes, y una pareja mirando los mostradores. Decido mirar. Dos mostradores circualres y un apartado con un mostrador especial del que nada se puede ver... y me intriga... Por supuesto, nada de precios, y todo brilla, y brilla, y brilla... decido preguntar, estoy buscando un regalo perfecto para mi madre y me lanzo. Los internacionales dependientes, con sus guantes blancos, son todo amabilidad.
Mi amigo el guardia de seguridad me avisa. "Aquí arriba están las cosas de más de 100.000 euros... igual es mejor que preguntes abajo..." Efectivamente... las chicas embelezzias no somos millonarias, así que tantos ceros... son imposibles. La plata de Tiffany & Co. me espera. Ahora sé por qué las escaleras...
Y en la planta baja, donde según mi amigo entra todo el mundo, encuentras un mundo increíble. Igual no es platino ni oro de tan, tan, tan lujo, pero los colgantes, anillos, pulseras, gargantillas, broches y pendientes son increíbles. Las colecciones del círculo, la lágrima, el corazón curvado y, por supuesto, los pendientes con el logo de la compañía. (Por cierto, los que más se están vendiendo).
Hay oro de 18 kilates, como no podía ser de otra manera, y productos perfectos muy pequeñitos y muy grandes. Para todos los gustos. Yo he encontrado unos pendientes de plata de primera calidad perfectos para mi madre. Y si mis queridos Reyes Magos me leen, los pendientes con esas letras mágicas son perfectos... Mi Navidad de Lujo incluye la Colección de Navidad de la joyería, con los diseños de Elsa Peretti.
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