Hablamos con Eduardo Blanco, responsable de Different Spain, un proyecto que nace en 2007 con la intención de mejorar la experiencia de viaje, de ofrecer servicios personalizados, todo con la meta de la excelencia como objetivo.
La verdad es que sí es especial lo que hago, pero ante todo porque hago lo que me gusta y me gusta lo que hago. El éxito no radica sólo ahí, sino en tratar siempre al cliente de la misma forma que te gustaría que te trataran a ti.
Eduardo, amante por supuesto de los viajes, le encanta la música, la fotografía, conducir, la buena gastronomía, el deporte y su ciudad, Sevilla.
Vamos a descubrir cómo es Different Spain.
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Eduardo, ¿cómo empieza su proyecto?
Mi perfil es de hotelero, he trabajado varios años en diversos puestos en hoteles de lujo, siempre con trato directo al cliente, y luego pasé a posiciones de dirección comercial y ventas en hoteles de lujo, con todo ello aprendí a tratar al cliente de forma personal y darme cuenta de que muchos clientes me preguntaban cosas adicionales a su estancia para mejorar la experiencia, por lo que empecé a plantearme ofrecer estos servicios paralelamente a mi trabajo en hoteles. Finalmente decidí hacerlo en solitario y dedicarme plenamente a ello, desde 2007.
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Ahora mismo una de las tendencias del mundo del lujo es la personalización, ¿esta tendencia irá a más?
Por supuesto, el cliente hace tiempo que es una persona que conoce perfectamente lo que quiere y cómo lo quiere, internet ha ayudado muchísimo a esto, y no sólo en el mundo del lujo, donde la personalización ha sido siempre clave y más ahora, pues hay que estar más preparado si cabe para afrontar y superar las expectativas del cliente, ya de por sí más altas de lo normal en los últimos tiempos, pues cada vez es más difícil sorprender. Y por supuesto, al menos yo lo tengo como norma, responder siempre en 24 horas y aprender a conocer lo que el cliente busca, intentar adelantarse a sus necesidades.
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La experiencia, las sensaciones, lo diferente, es lo que buscamos todos en unas vacaciones, ¿qué podemos pedirle?
El lujo es algo que se asocia a todo lo exclusivo, lo caro, lo excepcional. Pero mi idea no es sólo eso, sino que procuro combinar ese lujo y exclusividad con detalles locales, experiencias fuera de lo habitual, o momentos únicos que no tienen porqué que incluir el lujo como se conoce. El lujo también es sencillez. Y siempre, de forma personal, que el cliente se sienta diferente y especial. A partir de ahí, la tendencia es esa, ser capaz de proporcionar emociones. Recordemos que trabajamos siempre con personas.
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Me gustaría saber su opinión sobre la situación actual del turismo, las agencias y servicios de viajes, ¿qué falta o qué sobra?
Creo que las agencias tienden a reducirse en número y especializarse, convertirse en agencias más flexibles con más capacidad de soluciones. Faltan profesionales con espíritu de servicio, y sobran profesionales que no saben tratar al cliente, o más bien, lo tratan como un número. El turismo va a más pero sabe lo que quiere, y no todas las agencias pueden ofrecerlo.
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¿Podría contarnos cómo fue su primer evento? ¿Y el más raro?
Más que eventos, básicamente organizo viajes privados y servicio de concierge, esto es, asistencia personal 24 horas a cualquier petición. Un concepto que no está instaurado aun plenamente en España pero que ya funciona hace tiempo en Estados Unidos y otros países. Suelo recomendar, asesorar, planificar itinerarios o eventos privados para individuales o pequeños grupos, tratamiento especial en hoteles, alquiler de villas de lujo, entradas VIP a eventos deportivos, sociales, etc. en los que normalmente no se encuentra acceso en el mercado habitual. Por ejemplo, desde acceso a premieres y fiestas privadas del Festival de Cine de Cannes, los Oscar, a finales de tenis, fútbol…
En cuanto a peticiones singulares, pues desde alquilar un jet privado para trasladar un perro desde España a Estados Unidos con su dueño, buscar un palco para la final del Mundial dos días antes de celebrarse, o intentar gestionar un concierto privado para 20 personas en la catedral de Sevilla.
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Si alguien te pidiera el viaje más romántico posible, ¿cuál sería?
No se trata de irse al fin del mundo ni buscar cosas muy enrevesadas, me decantaría por una habitación especial en un hotelito boutique en una pequeña ciudad con vistas al mar, una ruta para dos por la Toscana o Andalucía, o un viajecito a bordo de un yate privado por el Mediterráneo. Hay sitios maravillosos muy cerca de dónde estamos, sólo hay que saber que están ahí, y en ese punto es donde intento ayudar al cliente a encontrarlo. Para aquellos que deseen algo más lejano, recomiendo México, Sudeste asiático o Escocia. Y siempre nos quedará París, Florencia…
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Llega un momento en que podría ser más un asesor personal que un gestor, ¿en qué punto te quedas?
Me quedo con la opción de ser un asesor personal de viajes para clientes individuales, un profesional del turismo especializado. Todo eso ya incluye el ser gestor y gestionar el viaje en sí.
Eduardo, gracias por tu tiempo, y felicidades por un proyecto tan exclusivo como nos gusta en Embelezzia.
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