¡Hola lujosos! Ayer estuve con María Catarineu, fundadora y alma mater de la firma Katari, para que me contara la historia de una empresa que en Japón es sinónimo de máxima calidad y de lujo con acento español.
La familia Catarineu hunde sus raíces como maestros jaboneros en la Castilla del siglo XVII, uniendo así el savoir-faire de unos artesanos que llegaron de la Provenza francesa - huyendo de la Revolución Francesa -, con el oficio y tradición de jaboneros españoles cuyo arte se caracterizaba por la búsqueda de la excelencia a través de las cosas hechas con calma y de manera artesanal.
El legado de maestros jaboneros conservado en el seno de la familia Catarineu permite elaborar unos jabones donde el porcentaje de aceite de oliva es altísimo, lo que potencia al máximo los principios activos presentes en el aceite de oliva que tan beneficiosos resultan para la piel. Su gran cantidad de ácidos grasos esenciales restauran los niveles de humedad naturales, devolviendo la piel a su equilibrio natural, y fortaleciendo la película hidrolípida que la recubre. Además, el aceite de oliva protege la piel de la agresión de los factores ambientales porque actúa a nivel tópico mediante un mecanismo oclusivo frenando la deshidratación fisiológica.
En Japón, la receptividad de los consumidores con respecto a los productos españoles de calidad, especialmente si están relacionados con el aceite de oliva, animó a Catarineu a utilizar esa plataforma como trampolín para lanzar sus productos. “Japón es un mercado maduro, muy abierto, que aprecia la calidad y tiene admiración y aprecio por los productos españoles”, nos asegura María.
La elaboración artesanal de los jabones que fabrica Katari permite que el porcentaje de aceite de oliva presente en su composición sea de un sesenta por ciento (lo máximo permitido porque un porcentaje mayor impediría que los jabones alcanzasen su estado sólido). Las variedades de 80, 30/30 y 25 ceden parte de su formulación a otros componentes artesanales usados desde antiguo en cosmética como la rosa mosqueta, las sales minerales, el té verde, la naranja, la lavanda y el aloe vera.
Tras hacer un análisis sobre su cartera de productos, sus mercados potenciales y su situación de partida frente a una estrategia de internacionalización, los productos Catarineu fueron rebautizados con el nombre de Katari – lo que facilitaba su pronunciación al inglés y también a lenguas orientales.
¡Buenos días María! ¿Serías tan amable de contar a los lectores de Embelezzia los orígenes de Katari?
“Un antepasado mío, oriundo de Marsella cruzó la frontera franco-española, y se afincó en Arenis de Mar (Cataluña). Allí montó una fábrica de jabón, fabricando el producto por saponificación de grasas de animales con aceites vegetales y álcalis. Mi tatarabuelo debía ser una persona muy inquieta, a quien le gustaba viajar. En Sevilla conoció a unos pequeños fabricantes que producían un jabón de extraordinaria calidad conocido por todo el mundo como Jabón de Castilla. Aquellos jabones tenían unas propiedades excepcionales para el cuidado de la piel”.
“Lo que más le llamó la atención es que emplearan como materia prima el aceite de oliva (igual que hacían en Marsella), pero con la diferencia de que lo dosificaban en una proporción muy superior con respecto al francés, y que no empleaban aceite residual sino aceite de oliva en estado puro. Estos jabones eran fabricados y distribuidos con la intervención de la Corona. Como prueba de ello, guardamos un antiguo documento por el que el Consejo Superior de las Indias, autorizaba una exportación de Jabón de Castilla a las Indias como si se tratase de un "must".
“Convencido por la calidad del producto, el primer Catarineu afincado en España, implantó fábricas de Jabón de Castilla en puntos neurálgicos de la geografía española, convirtiéndose en un próspero negocio familiar que fue pasando de padres a hijos bajo el nombre de “Hijos de Catarineu y Compañía”. La actividad de la empresa sólo se vio interrumpida durante la Guerra Civil Española. Sin embargo, la explosión del uso de detergentes en la década de los sesenta obligó a suspender toda acción”.
Entonces, ¿cuándo decidisteis volver a abrir las fábricas?
“Hace tres años, mi padre me transmitió su deseo de volver a poner en marcha este proyecto. Convencí a mi amiga y socia, Marta Gaytán de Ayala, para que recogiésemos el testigo que nos tendían porque en el mercado hacen falta productos ecofriendly como los que fabricaban mis abuelos. Así pues, hemos recuperado la antigua metodología, pero modernizando su fabricación – obteniendo lo mejor de ambos mundos -, y hemos vuelto a producir y comercializar estos jabones de Castilla o de Marsella bajo el nombre de Katari, como homenaje al apellido familiar”.
Nos despedimos de María dándole las gracias por haber recibido a Embelezzia, no sin antes preguntarle dónde podemos comprar estos jabones artesanales que son un auténtico lujo. "En Madrid los tenéis en "Speed & Bacon" y en Isolée, pero ahora también se pueden comprar on-line, y recibirlos en casa, comodamente, en dos días".
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