Para que no andemos con supuestas creencias de cómo se otorgan las prestigiosas estrellas michelín, la guía gastronómica de las guías, he acudido a los compañeros de Directo al paladar y Calamar ha respondido como si hubiera llamado al mismísimo teléfono de atención al cliente Michelin.
Lo sé, no hay que olvidar que son una referencia y que hay que tener espíritu crítico. Pero hoy día no se puede negar la fama y el prestigio de la estrella y no está de más saber más sobre ella, seamos fans o detractores.
En mi próxima vida laboral quiero ser inspectora de Michelin e ir de restaurante en hotel observándolo todo. Ser una de esas visitas anónimas que lo preguntan todo, tienen carta blanca para utilizarlo todo y encima que escuchen mi opinión al respecto. Bárbaro.
Claro que tendría que ser una experta en gastronomía, decoración, saber si están atendiendo al cliente con calidad de servicio, etc. Los críticos de la guía son personas muy entendidas y formadas sobre este arte que es recibir y comer bien. Cuentan con un batallón de inspectores por cada zona geográfica.
Según el número de estrellas a la que opta un local, recibirá más o menos visitas antes de ser galardonado. Si es para la primera estrella, en 4 acasiones habrán tenido a los 'michelines' como clientes de incógnito.
Para la segunda estrella, los inspectores habrán pasado seguramente unas 10 veces nada menos. Yo postularía por ese cargo, esperando no tener problemas de kilos por culpa del trabajo.
Porque las visitas que llegan a tener los propuestos para la tercera y máximo nivel de la guía es abrumadora. Si fuera del restaurante candidato, tendría que esforzarme para no caer en la paranoia. A ese nivel, reciben visitas incluso de miembros de la dirección en Francia.
El anonimato por parte de Michelin es algo difícil de mantener puesto que a veces deben identificarse para solicitar información complementaria que les interesa y, con los años, se llega a reconocer y conocer a los inspectores más formados y, consecuentemente, más veteranos.
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