Nos encanta meternos en casas ajenas. Buena parte de la humanidad elegiría poder entrar en el hogar de alguna persona si se le concediera el deseo de permanecer invisible durante unas horas, no para robar: sólo para mirar. Si al voyeur que llevamos dentro le sumamos ingredientes de mitomanía, descubrir los secretos que encierran las viviendas de personajes famosos como Christina Aguilera puede ser el súmmum del placer.
Hay muchísimas publicaciones que descubrieron hace tiempo el tirón que tiene abrir a la curiosidad del lector las estancias y armarios de estrellas nacionales e internacionales. La intimidad vende, y durante años nos ha encantado ver programas como MTV Cribs para que personajes como la mismísima Mariah Carey nos acompañaran por los pasillos de sus mansiones recargadas. El último en apuntarse a este clásico del morbo legal es el fotógrafo Douglas Friedman con su serie Celebrity Home.
El trabajo de Friedman ha podido verse en publicaciones como The New York Times, Vogue, Harper's Bazaar, Elle, Vanity Fair, InStyle o Wallpaper con una huella identitaria a caballo entre el cosmopolitismo Nueva York y el genial horterismo de Los Angeles. Nuestro primer post al respecto está dedicado a la protagonista de Burlesque. En la imagen que abre este artículo podéis ver a Christina Aguilera en su faceta menos dirrty. A Miss Aguilera le pirran tanto los zapatos como para necesitar una escalera pintada de rosa para acceder a los altillos. El print de leopardo, las cortinas teatrales y la lámpara de lágrimas proporcionan informaciones fundamentales.
Lo mejor, sin embargo, estaba por venir: la sala de juegos (o de ocio o de recreativos o sala de caprichos de diva). Quizá es simplemente el salón, con los tradicionales chimenea, sofá, cómoda y para ella seguramente también tradicionales máquinas tragaperras y la imponente mesa de billar, también rosada.
Estas dos últimas fotografías son aún más íntimas: pertenecen al dormitorio de la cantante y también en ellos hay más que suficientes autoafirmaciones de pasión por el espectáculo, la teatralidad y el narcisismo que toda estrella merece autoinfligirse.
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