Diptyque, un nombre que hace alusión a la forma del escaparate de la primera boutique de una firma que explora su pasión por los viajes rememorando en sus etiquetas (diseñadas por el ilustrador Yves Coueslant) aquellos cuadernos protegidos con tapas de piel de topo, y ennegrecidos con dibujos y anotaciones, que la gente solía emborronar durante sus viajes.
Cada uno de los nombres y etiquetas de los perfumes Diptyque son la evocación de un lugar, un olor, o un recuerdo personal de alguno de sus fundadores: una infancia en Vietnam, un jardín en Normandia, un verano en Grecia... En el caso de “Volutes”, es el recuerdo de un viaje – real o imaginario -, entre Marsella y Saigón, en una época en la que los trasatlánticos cubrían este trayecto.
“Volutes” es, sin duda alguna, un nombre sugerente capaz de traer a nuestra memoria a aquellas misteriosas damas, elegantemente apoyadas en la barandilla del puente de cubierta, disfrutando del placer de fumar un cigarrillo egipcio mientras veían ascender y evolucionar las volutas del humo del tabaco hasta confundirse con el de las chimeneas del barco que las llevaba hasta lejanos horizontes.
Muy elegante, el frasco reproduce la estética preferida de la maison Diptyque, con una etiqueta extremadamente cuidada, que puede leerse a ambos lados del frasco, jugando con las transparencias. Una ilustración onírica que evoca la magia del viaje, del mar, y del viento, para una fragancia que huele a pipa, madera, cera, miel y frutos secos.
Las volutas de Diptyque, un recuerdo olfativo grabado para siempre en la memoria, que no desaparecerá como el humo.
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