Para el verano del 2010, el simpar Peter Philips – por aquel entonces director artístico de maquillaje de la firma Chanel -, diseñó unas calcomanías con forma de cadenas de las que colgaban las C entrecruzadas que forman el logo de Chanel a modo de charm, que podían transferirse a cualquier zona del cuerpo.
Pero como Chanel es una firma muy elegante y señorial no las llamó calcomanías, o tattoos efímeros, sino Les Trompe L’Oeil de Chanel, lo que traducido viene a ser algo parecido a trampantojos. El caso es que las famosas calcomanías tuvieron un éxito increíble, porque con la llegada del verano, del sol, del calor y de la playa a muchos les da por pensar en hacerse un tatuaje.
De esos pequeñitos, o quizá hasta uno un poquito más grande; pero luego se lo piensan mejor y les da reparo. ¡No vaya a ser que luego se arrepientan! Sin embargo, ha llegado el momento de lanzarse al agua, y atreverse a probar las nuevas calcomanías efímeras.
Flash Tattoos nos propone tatuajes efímeros capaces de combinar a un mismo tiempo la elegancia de la bisutería más sofisticada con el arte de estas calcomanías, que nos ayudarán a ir adornados a la playa sin tener que cargar con el peso de accesorios que se pueden estropear con el agua del mar, o quemarnos si se calientan con el sol.
El sistema sigue siendo el mismo: primero hemos de elegir el dibujo de la plancha que más nos gusta, luego cortarlo con unas tijeras para que se ajuste bien a la zona del cuerpo donde queremos aplicárnoslo. A continuación se deposita sobre la piel, y lo mojamos con un poco de agua hasta que la hoja se despegue suavemente, después de transferir la calcomanía a nuestra piel.
Estos tatuajes efímeros, sensuales y muy gipsy-chic, van borrándose paulatinamente, desapareciendo al cuarto día. Si os fijáis, veréis que quedan increíblemente bonitos sobre la piel morena.
Lo mejor es que éstos resultan mucho más asequibles que aquellos otros de Chanel, pues sólo cuestan veintidós dólares una plancha en la que vienen 4 o 5 dibujos diferentes, claro que a esto hay que sumar los diez euros que hay que pagar por el transporte. Pero, ¡estamos en verano, hemos trabajado mucho, y las niñas grandes también se merecen algún que otro caprichito!, ¿no os parece?
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