Cada vez que Inditex publica sus datos de facturación, beneficios o expansión internacional, casi todos nos quedamos con la boca abierta. Su modelo de negocio es estudiado, imitado, admirado y, en ocasiones, criticado. La evolución desde una pequeña empresa textil hasta el gigante multinacional en que se ha convertido no deja de sorprender a cualquiera que se pare a analizarlo. Pero la sorpresa es mucho mayor para los que hemos visto ese crecimiento desde aquí, desde el lugar en que nació.
La primera tienda Inditex del mundo abrió sus puertas en 1975 en la céntrica calle Torreiro de A Coruña. Claro que, por aquel entonces, no se llamaba Inditex. Aquella tienda era, simplemente, Zara. El Zara de Torreiro ya no existe, ahora es un gigantesco Lefties, pero todos los que fuimos niños en la Coruña de los años 80, recordamos cómo era aquel local. Eran tiempos en los que se fumaba dentro de los locales y en medio del humo se encontraba un parque infantil que las madres usaban como chantaje emocional para convencernos para pasar la tarde en Zara. Y salir de allí con aquellas horrorosas bolsas de plástico negro llenas de ropa que se prestaba para que el cliente la probara en casa, previa cumplimentación de un albarán.
Sí, hubo un tiempo en que ir a Zara no era exactamente un plan cool. Porque Zara era cutre. No cutre en plan low cost, concepto que en los 80 ni existía. Cutre, a secas. Nuestras madres nos amenazaban, cuando destrozábamos el uniforme del colegio, con empezar a comprarnos los jerséis en Zara. Y aquella amenaza nos parecía algo terrible. No es difícil imaginar las caras (y los mil comentarios sarcásticos) de nuestras madres cuando, a los dieciséis, ir a Zara empezó a parecernos lo más de lo más.
En 1989, Zara dio uno de los grandes pasos de su expansión con la apertura de su primera tienda en Nueva York. No es que yo en esa época estuviera muy interesada en la expansión de un grupo textil, pero los primos de mi mejor amiga vivían en Nueva York y recuerdo que, verano tras verano, volvían a Estados Unidos con las maletas cargadas de ropa de Zara porque en España era mucho más barato. Y les encantaba todo lo que veían en Zara. Nosotras no dábamos crédito.
El concepto Inditex empezó a calar en nuestras cabezas cuando descubrimos Pull & Bear y Massimo Dutti. «Son de Zara», decía la gente cuando empezaron a surgir todas aquellas tiendas. La aparición de Bershka nos cogió en plena adolescencia y solo nos queda dar gracias a Dios por que no hubiera Instagram en aquella época y aquellos outfits quedaran solo en algunas fotos en papel y en las retinas aterrorizadas de nuestros padres.
La expansión del grupo Inditex y la apertura de tiendas de todas sus diferentes marcas hizo que, durante una época, en Coruña, si tropezabas, tuvieras muchas opciones de caer dentro de algún dominio de Amancio Ortega. Bueno, en realidad, creo que eso sigue siendo así.
Inditex tiende a probar en Coruña conceptos que más tarde, si triunfan, expanden a otros lugares del mundo. Así, tuvimos el dudoso honor de ser los primeros en conocer la peluquería de Bershka. Sí, sí, una peluquería dentro de Bershka. El concepto no llegó muy lejos. Basándome en mi propia experiencia, creo que fue un error estratégico: si aquellas peluquerías se hubieran extendido, Inditex se habría hinchado a vender gorros. Lo juro.
Uno de los locales más bonitos de todas las tiendas Inditex que he visto por el mundo –y, creedme, son unas cuantas– es el Pull & Bear de la calle Real de A Coruña. En esa época tan horrorosa para los cinéfilos en que en todas las ciudades empezaron a cerrar los cines tradicionales, Inditex compró el edificio modernista del cine París, el que en su día fue el primer cine comercial de España, inaugurado en 1909. Lo convirtió en un Pull & Bear en el año 2000 e incorporó algo tan rompedor en aquel momento como una zona de ocio con sillones y videoconsolas.
También fuimos los primeros en conocer el concepto Zara Home. El caso es que 'home' significa 'hombre' en gallego y... bueno, algunos creíamos que habían separado la colección masculina, dándole un local específico y, al mismo tiempo, hacían un guiño idiomático al origen gallego del grupo. Ahora algunos niegan haberlo pensado, pero yo estaba allí y no me engañan: lo pensamos todos.
Hoy en día, Inditex es un gigante de tal calibre que ha perdido cualquier carácter local. Desde hace algunos años, ya no hay ninguna diferencia entre las tiendas de Inditex en Coruña y en cualquier otro punto del planeta. El último resquicio eran algunas dependientas de la primera hornada que permanecían en las tiendas más antiguas. Ahora ya solo nos quedan los tópicos, como añadir a la descripción de cualquier local de moda un «aquí viene mucho Marta Ortega» o pensar que Amancio Ortega es el propietario de toda la ciudad, desde el equipo de fútbol hasta cualquier pequeño establecimiento. Y no es cierto, no es el dueño de toda la ciudad; solo de la mitad, más o menos.
Fotos | Inditex
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