Seguro que ya tienes encima de la mesa alguna invitación de boda para la próxima temporada. Puede que el protocolo te encante, lo odies o, simplemente, lo desconozcas. Y todos sabemos que es mejor no enfadar a una novia el día de su boda. Sobre el protocolo para ser un invitado perfecto, se podría escribir un libro, pero vamos a dejarlo mejor en diez mandamientos.
Deja la maldad en casa
Hay bodas que no nos gustan. Eso es así. Si no nos gusta ya el planteamiento, podemos caer en la tentación de liarla con el outfit. Pero todos sabemos lo que se debe y no se debe llevar a una boda, así que si vas de blanco, de largo o, en general, pasas del dress code... todos te mirarán mal.
¿Y que ocurre cuando la música, la decoración o la comida no cumplen las expectativas? Pues que caeremos en la enorme tentación de criticarlo todo. No lo hagas, solo te estarás retratando. Incluso aunque el vestido de novia dé pavor. Te harás llagas en la lengua de tanto mordértela, pero todos los presentes querrán tenerte como invitada.
Una boda no son los Óscar
Puede que tú tengas hasta el discurso de agradecimiento ensayado, pero ese vestido de corte sirena y escote en bandeja quizá no te quede tan bien como a Jennifer Lawrence. Y puede que un salón de bodas en Alcorcón no sea el Kodak Theater.
Ojo con los tocados
Sobre todo ojo con sacarle un ídem al invitado que haya tenido la mala fortuna de caer sentado a tu lado. Que la gente se aparte de una invitada por miedo a acabar ensartado en una pluma de pavo real le quita mucho glamour a la boda.
Un poquito de clase, por favor
No a las americanas colgadas de la silla. No a las mangas arremangadas. No a las corbatas en la cabeza (esto dejó de tener gracia en 1987, a los cinco minutos de inventarse, aproximadamente). La diversión no está reñida con la elegancia.
No a los cambios aleatorios de asiento
Si estás soltero, no entenderás por qué a la novia le ha dado un tic nervioso al verte trasladar los bártulos porque, casualmente, conoces a un invitado que se sienta en la otra punta del salón. Puede parecer una locura, pero el seating plan de una boda es un trabajo de muchas, muchísimas horas. De hecho, no lo parece, ES una locura.
Empieza cuanto antes con el protocolo
El protocolo no se limita al día de la boda. Haz las cosas bien desde antes: confirma asistencia siguiendo las instrucciones, haz un regalo acorde según lo recomendado por los novios, no aparezcas el día de la boda con un sobre (o, aún peor, con una aspiradora).
No intentes ser el más innovador
¿Tirar arroz o pétalos de rosa al salir de la iglesia está pasado de moda? Puede, pero no intentes ser el revolucionario que considera súper gracioso tirarles garbanzos, palomitas o monedas de céntimo (no os riais, he visto los tres casos).
Bebe con moderación
No pasa nada si te emborrachas en una boda. De hecho, la barra libre es la motivación del 83,4% de los invitados para asistir a una boda, según estudios recientes. Pero intenta tener una borrachera moderada. Quizá a los invitados de más edad no les parezca idóneo ese twerking que a ti te parece la bomba.
Un no rotundo al «Que se besen»
Por Dios santo, es el siglo XXI, ¿qué os hace pensar que no se han besado antes? Podría apostar a que han hecho incluso alguna otra cosa más. Y otro no rotundo, ya que estamos, a comer como si acabarais de salir de una hambruna. Los platos rebosantes de cabezas de marisco son el antiprotocolo máximo.
No a las sorpresas
No hace falta que os curréis ese vídeo con fotos de ambos desde pequeños, ya hemos visto uno en cada boda de los últimos diez años (maldito sea el inventor del Powerpoint). No pidáis que en el baile suene aquella canción con la que la novia siempre se ríe tanto. No hace falta, de verdad. Si se han pasado meses planificando al milímetro cada detalle, dejadlos ser felices con su plan.
Todos estos mandamientos para los invitados se resumen en una frase: NO eres gracioso, colega. Y, si lo eres, esto no es un festival del humor, es una boda. Si ves que los novios y los padrinos se dirigen a ti con dardos láser en la mirada, cállate, siéntate y come. No parece complicado, ¿no? ¿Cumpliremos los mandamientos de protocolo o mejor lo dejamos todos en manos de la improvisación?
Fotos | Pixabay.
En Trendencias | ¿Cuánto cuesta un wedding planner? 5 razones por las que merece la pena contratarlo