Stella McCartney pasa de los trajes masculinos con estilo minimal, a base de tonos negros y nude con chalecos largos a los vestidos más atrevidos con estampados de todo tipo. Desde los cuadros propios de un mantel de un picnic hasta el estilo pop art en dibujos geométricos.
La parte que más me ha gustado son los polos de tenis combinados con faldas, los vestidos de línea evasé con plisados y colores en degradé, las blusas que dejan los hombros al aire y los vestidos con troquelados en forma de olas.
Una colección colorida y atrevida, pensada para lucir sin complejos y con un toque sporty que tanto le gusta a Stella McCartney.
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