No nos cansamos de decirlo: leer está repleto de beneficios para todo el mundo, pero un estudio reciente además acaba de descubrir algo asombroso sobre este hábito: leer tus historias favoritas tiene un impacto tal que puede conseguir que la forma en la que tu cerebro opera cambie. ¿No es asombroso?
Lo que no es nada asombroso es que las historias han estado presentes en la historia del ser humano casi desde que comenzamos a serlo. Es nuestra forma particular de interpretar el universo, la vida, de entender todo lo que nos pasa y nos rodea. Curiosamente, hace poco, entrevistando a la finalista del Premio Planeta, Cristina López Barrio, acabamos hablando del último ensayo del doctor Yuval Noah Harari, Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad, un libro que habla de la evolución cognitiva del hombre primitivo y de como la las historias surgen para mitigar la angustia de estar vivo y de soportar no entender el universo. El hemisferio izquierdo de nuestro cerebro transforma todo en lenguaje narrativo como la manera de ayudarnos a entender el mundo y a nosotros mismos. Sí, probablemente nos contamos más de un cuento a diario a nosotros mismos.
Pero recientes estudios están demostrando que para los amantes de los libros, sumergirse en sus novelas y libros favoritos tiene más consecuencias aparte de explicarles el mundo: por ejemplo, un estudio realizado en 2013 demostró que leer nos hace más empáticos y nos ayuda a entender los sentimientos de los demás. Y otras pruebas científicas recientes usando escáneres han descubierto que mientras leemos una novela nuestra red neuronal se activa. Algo se mueve en el interior de nuestro cerebro... ¿Excitación con la literatura?
También en el año 2013 en la Emory University llevó a cabo un estudio con el neurólogo Gregory Berns a la cabeza para demostrar si leer cambiaba nuestro cerebro. Literalmente. Los participantes del estudio tenían que leer Pompeya, la novela de Robert Harris, una historia con carga histórica dramática: "era importante que el libro tuviera una linea narrativa fuerte", explicó Berns.
Los participantes leyeron esta novela cada noche durante nueve días. Al día siguiente respondían a unas preguntas sobre lo que habían leído mientras les escaneaban. Tras finalizar el libro, los participantes volvieron durante otros cinco días extra para que les volvieran a escanear. El resultado es que la actividad en el lóbulo temporal izquierdo de los participantes había aumentado durante el proceso. Estamos hablando de la región del cerebro responsable de controlar el proceso mental necesario para el habla. Controla los procesos que intervienen en la comprensión y la memoria verbal. Un cambio que además permanecía durante varios días posteriores a terminar la lectura.
Pero según las conclusiones de estos científicos, no es lo único que sucede en nuestros cerebros mientras leemos. También se notaba un salto en la actividad en la parte central del cerebro, concretamente en el surco central, una parte que desarrolla un papel principal a la hora de relacionar las actividades motoras efectuadas por el lóbulo frontal y el procesamiento somestésico desempañado por el lóbulo parietal.
Y aquí es donde las conclusiones de este estudio se convierten en algo asombroso: "los cambios neuronales que encontramos de sensaciones físicas y movimiento sugieren que leer una novela puede transportarte al cuerpo del protagonista", explican en su estudio estos investigadores.
Según Gregory Berns estos cambios permanecen durante un tiempo, aún desconocido, en el cerebro, pero se detectan días después de terminar una novela "lo que sugiere que tus novelas favoritas podrían ciertamente tener un efecto mayor y más duradero en la biología de tu cerebro", explica.
Fotos| Lost in Austen, Conociendo a Jane Austen.
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