Pensamos que lo que decimos son solo palabras. Sin embargo, y como pudimos comprobar con la teoría del psicólogo y antropólogo Albert Mehrabian llamada la regla 7-38-55, la comunicación se transmite de la siguiente manera: el 7% a través de las palabras, el 38% con nuestro tono de voz y el 55% a través del lenguaje corporal. Esa comunicación no verbal puede decir mucho más de nosotros de lo que a priori pensamos. Por ejemplo, mirar o no a los ojos al hablar tiene un significado, y no siempre es que te mientan.
La mayoría de los movimientos de lenguaje corporal se realizan de forma inconsciente, y conocer su significado nos puede ayudar a entender mucho mejor el mensaje en cualquier relación interpersonal que mantengamos. En este caso vamos a analizar lo que significa poner las manos atrás al caminar, y también al hablar.
Mi padre cuando pasea lo hace con las manos a la espalda en muchas ocasiones. Los policías que están parados, suelen tener también las manos unidas a la espalda, al igual que los militares. Pero también podemos ver a alguien hablar con otra persona con las manos atrás. Cualquier interpretación de ese gesto es necesario hacerla teniendo en cuenta el contexto social y también cultural.
Lo que decimos sin hablar al cruzar las manos detrás de la espalda
Según Sonia Castro, psicóloga del Instituto Europeo de Psicología Positiva, unir las manos por detrás de la espalda es un “indicador de confianza y de ausencia de miedo al dejar expuestos puntos débiles como el estómago, garganta y la entrepierna”. Nacho Tellez, formador en oratoria y dos veces campeón de España de oratoria por Toastmasters International, el gesto de llevarse las manos detrás de la espalda suele interpretarse, en términos generales, como un gesto de confianza. En palabras del experto en oratoria es como si dijéramos “Estoy confiando, estoy seguro de mí mismo y no me importa dejar la parte más vulnerable de mí al descubierto”.
Hablar con las manos detrás de la espalda puede “exudar confianza y seguridad” como explica el experto. Es más, en figuras de autoridad como militares, policías, jefes o incluso profesores, andar con las manos en la espalda es un gesto que busca proyectar dominio, seguridad y control de la situación. Si en este caso se evita gesticular de manera constante, lo que otra persona percibe es que está controlando la situación desde un espacio relajado. Para ellos es natural, se sienten seguros en ese espacio y lo demuestran con las manos atrás. Sin embargo, si el gesto de tener las manos detrás de la espalda se combina con una elevación del mentón o con pasos largos, Tellez afirma que puede proyectar arrogancia o altivez y eso genera una desconexión con la otra persona. Si quieres adoptar este gesto en una reunión o en una presentación que tengas que hacer, recuerda no unir ambos gestos para evitar desvincularse de la persona o personas con las que estás intentando comunicarte.
La psicología evolutiva afirma, en palabras de Tellez, que cuando ves a alguien con las manos en la espalda lo que percibimos en cierto punto es falta de transparencia o de poca honestidad. “Nuestros antepasados cuando veían a alguien mostrando las palmas de las manos o simplemente las manos, lo que percibían era que esa persona no significaba una amenaza porque no podía llevar nada escondido en ellas”, explica y añade que “cuando no veían las manos de una persona estaban en alerta porque esa persona sí que podía suponer una amenaza”. No es un gesto que repetir demasiado en una entrevista de trabajo o en una charla.
Pasear con las manos cruzadas a la espalda, como hace mi padre, también puede ser una señal de introspección, de que esa persona está sumida en sus pensamientos y relajada. Si nos acercamos a otras culturas, podemos verlo como un signo de respeto, e incluso en entornos formales como encuentros con figuras de autoridad, es una forma de mostrar humildad y sumisión.
Fotos | John Moeses Bauan en Unsplash, Ekaterina Novitskaya en Unsplash, Lucas Vieira dos Santos en Unsplash
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