Estaba prácticamente cantado. Si Penélope Cruz ganaba el Oscar tenía que ser portada de Vogue. Si la tuvo Wintour, ¿por qué en España no? Yolanda Sacristán tenía que aprovechar el filón, y así ha sido, aunque si la portada es bastante efectiva y la primera española en haberse llevado una estatuilla dorada a casa muestra su lado sexy, las páginas interiores son bastante menos llamativas.
Y eso que las fotografías las firma Patrick Demarchelier. Y eso que nuestro Vogue está cada día más afrancesado en cuestiones de estética editorial (sin dejar de ser un refrito de los mejores editoriales de su homónima americana). Y eso que la acompaña en el reportaje su amigo más fiel: su perro Vino, al que según cuenta la actriz, recogió de las calles de México mientras rodaba Bandidas junto a su mejor amiga Salma Hayek.
Muy tierno el amor por su mascota, y sí, muy mona de Stella McCartney, y las mismas sandalias de Vuitton que Vicky Becks; muy guapa de rojo por Dolce & Gabbana, y con blazer de paillettes de Blumarine y unos maravillosos zapatos en rosa chicle de Louboutin. Pero nada demasiado sorprendente. Más bien todo lo contrario.
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