El brócoli es un clásico en mis comidas del día a día. Confieso que, al menos, es el protagonista en una a la semana, y es que siempre triunfa, ya sea en su versión más clásica, al vapor, junto con patatas y zanahorias, o en novedosas recetas que voy probando en restaurantes y que me animo a trasladar a mi cocina. Está claro que es todo un acierto incluirlo en nuestros menús, porque está cargado de fibra y antioxidantes, así como de potasio, vitamina C, magnesio y vitaminas del grupo B y calcio, pero, ¿qué ocurre con esas manchas amarillas que a veces aparecen sobre esta verdura?
Puede que hayas dejado el brócoli más tiempo del que esperabas en tu nevera y cuando te has dispuesto a sacarlo para cocinar dicha verdura, esos arbolillos estén cubiertos por un color amarillento. Es ahí cuando te preguntas, ¿debo desecharlo o se trata de algo inofensivo? Pues resulta que ese color es una señal de que el brócoli está perdiendo nutrientes, es decir, que está dejando de encontrarse en su estado más óptimo de consumo.
A la hora de decantarnos en el supermercado por un brócoli u otro, siempre es mejor elegir el más verde, pero en el caso de que hayas descubierto esas manchas amarillas en un par de brotes de dicha verdura en tu nevera, es necesario que compruebes si hay moho. Para ello debes prestar especial atención al tallo, si se ha vuelto blando, es hora de tirarlo a la basura, en el caso contrario, aún puedes disfrutar del brócoli, eso sí, sabiendo que esas zonas tendrán menos vitaminas y minerales.
¿Cómo puedo evitar que salgan las manchas amarillas?
El brocoli es una de esas verduras que tras su compra tienen una fecha de consumo preferentes que oscila entre 1 o 3 días en la nevera. Por ello, es esencial que si añades esta verdura a tu carrito de la compra estés dispuesta a cocinarla en ese breve periodo de tiempo, para que no aparezcan las famosas manchas amarillas.
También puedes optar por congelarlo, para ello puedes dividirlo por secciones, es decir, ir separando cada arbolito y guardarlos en un recipiente hermético en tu congelador. Ahí, según explican los estudios científicos, puede aguantar hasta 6 meses y, lo mejor, es que lo tienes a tu disposición siempre que quieras, listo para cocinar. Yo siempre recurro a este truco para tener a mano esta verdura en mi día a día y que no se estropee. Luego basta con pasarlo por la freidora de aire y, ¡ya estaría listo para comer!
Fotos | Shana Peng en Pexels, MART PRODUCTION en Pexels
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