Una investigación publicada en Heart, la revista de la British Cardiovascular Society, acaba de determinar que hacer la siesta una o dos veces a la semana puede reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral.
Más concretamente, el estudio ha revelado que, comparado con aquellas personas que no acostumbran a dormir la siesta, las que duermen un rato después de comer tienen un 50 por ciento menos de posibilidades de sufrir un ataque al corazón.
Esto se debe a que ayudaría a prevenir la aterosclerosis, la acumulación de de placa (grasas, colesterol y otras sustancias) en las paredes de las arterias y que provoca un estrechamiento y endurecimiento de las mismas. Algo que está, en muchos casos, provocado por la falta de sueño.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores han analizado la relación que existe entre la frecuencia de la siesta y su duración media, con el riesgo de enfermedades cardiovasculares tales como insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular o ataque cardíaco.
El análisis ha tenido lugar en el Hospital Universitario de Lausana, Suiza, donde se han seguido a 3.462 persononas de entre 35 y 75 años a lo largo de cinco años. Durante el período de análisis, se registraron 155 episodios de enfermedades cardiovasculares.
De este modo, se observó que la siesta ocasional, una o dos veces por semana, se asociaba con una reducción a la mitad en el riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca (48%) en comparación con aquellos que no durmieron siesta.
La asociación se mantuvo también después de tener en cuenta otros factores que podían influir potencialmente, como edad, duración del sueño nocturno, la presión arterial alta o el colesterol. Tampoco cambió teniendo en cuenta la somnolencia diurna excesiva, la depresión y dormir regularmente durante al menos seis horas por noche.
Dormir la siesta de forma habitual solo provocó efectos adversos en personas mayores de 65 años y que sufrían apnea del sueño severa.
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