La conexión cuerpo-mente que tanto caracteriza al yoga es la razón por la que muchas no abandonamos esta disciplina una vez que la probamos. La meditación nos ayuda no solo a conectar con el ahora y con nosotras mismas, sino que también consigue evadirnos de los problemas del día a día para centrarnos únicamente en controlar nuestra respiración, mejorando la ansiedad y el estrés.
Este tipo de disciplinas que requieren de atención plena, cada vez son más utilizadas en entornos terapéuticos y clínicos para poder tratar el estrés y la ansiedad, según indican los estudios científicos. Esto se debe a que podrían mejorar nuestro control emocional, siendo capaces de modificar funciones ejecutivas como los estados de conciencia, dando lugar a cambios conductuales que pueden ir desde un estado de paz y serenidad hasta una mayor creatividad o incluso una visión filosófica de nivel superior.
Disciplinas como el yoga está claro que nos ayudan a mejorar nuestra forma física, pero, al igual que ocurre con la meditación, también puede llevarnos a una serie de cambios en nuestra forma de pensar, adoptando una perspectiva de la vida diferente. Así lo muestra una publicación de la revista científica Mindfulness, donde se recogen los testimonios de personas que practican yoga o meditación y en donde nos podemos encontrar con respuestas de todo tipo.
Es cierto que, en los casos de estrés y ansiedad más graves, no podemos únicamente refugiarnos en este tipo de prácticas de atención plena, sino que se requiere de la ayuda de profesionales de la salud. Pero, como complemento de la rutina de aquellos casos menos graves, este tipo de actividades podrían llegar a cambiar la perspectiva de aquellos que las practican, dándoles una visión nueva sobre las cosas, un cambio de conducta que resultaría clave a la hora de afrontar las diferentes situaciones del día a día.
Esto no quiere decir que, si practicas yoga o meditación tu forma de pensar va a cambiar por completo, va más bien de que este tipo de prácticas que te conectan contigo mismo, te dan una especie de pausa para centrarte en el ahora y ver, quizás, con más perspectiva las situaciones de estrés a las que nos enfrentamos. En definitiva, un stop muy necesario en medio de nuestras rutinas, donde a veces vamos un tanto autómatas de un lado para otro sin ser verdaderamente conscientes del momento que estamos viviendo.
Fotos| olia danilevich en Pexels, Valeria Ushakova en Pexels
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