Sabemos que la fama del yoga es bien merecida. Esta disciplina, además de ayudarnos a tonificar los músculos, consigue que nuestro cuerpo y mente se conecten, de forma que podamos evadirnos por un rato de los pensamientos recurrentes de nuestro día a día. Su poder para devolvernos la elasticidad al cuerpo a medida que vamos avanzando en las diferentes sesiones, junto con su capacidad de aumentar notablemente nuestro equilibrio, son también factores que no debemos pasar por alto, pero hay uno que la ciencia resalta especialmente, y es su papel a la hora de cuidar nuestra salud cardiovascular.
Según una investigación científica, el yoga podría producir cambios en los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV) y del síndrome metabólico. Y es que la relajación que acompaña a los movimientos que se llevan a acabo en las diferentes clases ayuda a ralentizar el ritmo cardiaco y reducir la presión arterial. Es decir, nos ayuda a bajar esas revoluciones tan altas a las que tendemos a acostumbrar al cuerpo, culpa del estrés del día a día.
Además de ser todo un acierto para cuidar nuestra salud cardiovascular, otro estudio también ha observado como la práctica regular de yoga podría mejorar los predictores conocidos de la longevidad, como la velocidad al andar o la fuerza en las piernas de aquellos que practiquen dicha disciplina. Dejan claro que el yoga, a medida que vamos cumpliendo años, es todo un punto a favor si queremos mejorar nuestra capacidad física.
Las personas que practican yoga suelen acompañar esta disciplina con otros hábitos de vida saludables de los que también se ve favorecido su sistema cardiovascular. Entre ellos, una alimentación variada y equilibrada y horarios de sueño óptimos. Está claro que, como ocurriría con cualquier otro deporte, no podemos depositar únicamente en dicha actividad física el peso conseguir un estilo de vida más saludable, ya que debe ir siempre acompañado de buenos hábitos relacionados con la comida y el sueño.
¿Cuáles son los primeros pasos para iniciarse en el yoga?
Aunque lo ideal es acudir a clases presenciales para poder seguir los movimientos de las expertas en persona y que éstas puedan corregir ciertos errores posturales o dudas que te vayan surgiendo a lo largo de la clase en ese preciso instante, también puedes optar por practicar los asanas desde la comodidad de tu casa, siguiendo clases online en tu salón. Si te decantas por la segunda opción, no necesitarás más que un mat de yoga y, por supuesto, el compromiso semanal con dichas clases como si fueses a un estudio de yoga. ¡Dale una oportunidad!
Fotos | ROMAN ODINTSOV en Pexels, Anastasia Shuraeva en Pexels
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