En la psicología, el duelo se relaciona con cualquier pérdida, sea la que sea. Puedes pasar por un duelo al vivir una ruptura de pareja, con la pérdida de un familiar, al cambiar de trabajo o al tener que cambiar de vida dejando tu país.
De hecho, cada vez que experimentamos una pérdida vivimos un duelo, ya que tenemos que acostumbrarnos a vivir sin eso que teníamos y adaptarnos a la nueva situación. Es el caso del llamado duelo migratorio que viven muchas personas al tener que dejar su país y que podemos ver en el libro Los 7 duelos de la migración y la interculturalidad, del psiquiatra Joseba Achotegui.
En él, el experto habla de diferentes duelos que vivirán los inmigrantes, como la pérdida de la familia y los seres queridos, la pérdida de estatus social, la pérdida de la tierra, el idioma, o la pérdida de los códigos culturales. Cristina Peri Rossi, la escritora uruguaya Premio Cervantes 2021 decía que “Partir es siempre partirse en dos”, y es algo que viven muchos. Más de lo que pensamos.
Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2020 el número de migrantes internacionales en todo el mundo era de casi 281 millones. El 15 de noviembre de 2022 la población mundial alcanzó los 8000 millones de personas, y a finales de 2022 y según datos de ACNUR, 108,4 millones de ellas eran desplazadas por la fuerza en todo el mundo debido a conflictos, persecuciones, violencia y violaciones de derechos humanos.
En muchas ocasiones, ese duelo migratorio va un paso más allá y se convierte en el síndrome de Ulises cuando, además de pasar los duelos normales para un migrante, este proceso se vive en situaciones extremas.
Qué es el síndrome de Ulises
Aunque el origen del síndrome de Ulises está en la mitología griega, concretamente en la obra Odisea de Homero, lo cierto es que este trastorno no se quedó en esa época. El relato de la odisea que vivió el héroe griego tras la batalla de Troya narrada en La Ilíada, que tardó 10 años en regresar a Ítaca, sirvió de inspiración para el síndrome de Ulises que acuñaba en 2002 el psiquiatra Joseba Achotegui, especialista en psicoterapia, salud mental y migración, salud mental comunitaria y psicología evolucionista.
Él definía el Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple o Síndrome de Ulises, haciendo mención al héroe griego y las adversidades y peligros que sufrió lejos de sus seres queridos, como un tipo estrés específico de inmigrantes. Desde el Ulysses Syndrome Institute nos advierten que el Síndrome de Ulises no es un trastorno mental, sino un cuadro de duelo migratorio extremo que aparece en los inmigrantes que viven situaciones muy adversas (soledad, exclusión, miedo e indefensión).
De hecho, el psiquiatra considera que no es una patología ya que "el estrés y el duelo son cosas normales en la vida", pero el síndrome pone en jaque su salud mental y puede derivar en trastornos como la depresión.
Uno de los factores que más contribuyen en su aparición es la escasez de recursos económicos a la que se enfrentan muchas personas en esta situación. Aunque puede afectar a personas de todas las edades, la evidencia revela que es más habitual en las personas ancianas y de mediana edad, debido en gran medida a factores la mayor dificultad para aprender el nuevo idioma, un menor número de oportunidades de socialización y mayores dificultades para adaptarse a una cultura distinta.
Síntomas principales del Síndrome de Ulises
Achotegui clasifica los síntomas que se asocian a este síndrome en cuatro categorías, aunque depende de cada persona: ansiedad, depresión, disociación y trastornos somatomorfos, que son síntomas físicos de origen psicológico como dolores de cabeza o fatiga.
Los sentimientos de tristeza, baja autoestima y pensamientos relacionados con la culpa, están influidos por la cultura. Según Achotegui la última, por ejemplo, es más común en occidentales que en asiáticos. La ansiedad se manifiesta con tendencia a la irritabilidad, miedo, tensión psicológica y física y una preocupación recurrente y excesiva muy similar a la del trastorno de ansiedad generalizada.
En palabras del experto, la ayuda psicológica no debe buscar normalizar a la persona, “sino liberarla de todo aquello que le dificulta encontrar su propio camino, así como de las ataduras que supone este síndrome”.
El síndrome de Ulises en España
El Dr. Achotegui afirma que “emigrar se está convirtiendo hoy para millones de personas en un proceso que posee unos niveles de estrés tan intensos que llegan a superar la capacidad de adaptación de los seres humanos”.
En España, este síndrome lo padecen 800.000 familias según la Organización no Gubernamental Ayuda en acción, que afirma la población en riesgo de sufrirlo son aquellas “personas que han viajado para sustentar a su familia, en muchos casos dejando atrás a sus propios hijos, y que se enfrentan a circunstancias extremas”.
Según el Estudio sociodemográfico de los inmigrantes con Síndrome de Ulises realizado por el SAPPIR, en su mayoría son latinoamericanos y subsaharianos llevan entre 2 y 5 años en España.
Cómo tratar el síndrome de Ulises
Además de crear una red de apoyo social que facilite a los inmigrantes no estar solos y compartir vivencias con otros en su misma situación pero sin dejar de integrarnos en la cultura en la que ahora vivimos, Achotegui recomienda hacer ejercicio y realizar actividades que reduzcan los niveles de estrés.
Si tres meses después de haber conseguido una estabilidad el sufrimiento no ha disminuido, es momento de pedir ayuda psicológica, tal y como advierte el experto.
Y si estamos viendo sufrir a alguien el síndrome de Ulises, no minimizar su sufrimiento ni generar falsas esperanzas, igual que haríamos con cualquier otro duelo, es clave. Achotegui sugiere no compadecer ni victimizar, ya que “el migrante es una persona fuerte, alguien que está yendo hacia adelante". De hecho podemos tratar de empatizar con esa persona recordando cómo nos sentimos nosotros en una pérdida del pasado.
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