El apetito sexual está vinculado a todo el contexto que nos rodea. Desde el nivel de estrés al que estamos sometidos hasta nuestro estado de ánimo ese día, pasando por problemas físicos que afectan a nuestra líbido.
Ese apetito o deseo sexual no es algo estable que podamos mantener de una forma constante, eso es algo que hay que tener claro desde el primer momento. Existen épocas de nuestra vida que el deseo disminuye e incluso períodos en los que desaparece. Pero también es verdad que es más fácil que ese deseo desaparezca si no se “alimenta”, tanto en hombres como en mujeres. Y para entenderlo, lo mejor es comenzar explicando qué es el deseo y cómo funciona.
Cómo funciona el deseo sexual
El deseo es algo innato en nuestra especie, igual que es el instinto de supervivencia o el de succión cuando somos bebés. Según este estudio de la Universidad Camilo José Cela de 2019 se trata de un proceso motivacional pensado para perpetuar la especie y es intrínseco al ser humano. Es decir, sentimos deseo como punto de partida para tener sexo y así, poder reproducirnos.
Esto también lo recoge la sexóloga María Esclápez en su libro Inteligencia sexual, “la motivación que inicia la respuesta sexual no es otra que el deseo”. Y este deseo es algo que puede (y debe) cultivarse, como si fuera una pequeña planta. Esclápez lo compara con una pequeña tomatera, una planta que nos dará frutos si la cuidamos debidamente.
Y este deseo, más allá de un método para perpetuar la supervivencia de la especie, puede ayudarnos no solo a tener más sexo, sino a que este sea mejor. El placer y el deseo están íntimamente relacionados: a mayor deseo, mayor placer.
Qué provoca a nivel físico nuestro deseo
El deseo no solo produce cambios fisiológicos a nivel de los genitales, también a nivel del resto del organismo, aumentando por ejemplo la frecuencia cardíaca. La piel se vuelve más sensible y receptiva. En el caso de la mujer, la vagina cambia su tamaño, la vulva se hincha y se puede producir un aumento de la lubricación.
Y eso solo al comenzar a excitarnos, así que viendo lo que le ocurre a nuestro cuerpo no es raro pensar que si nuestro deseo sexual está on fire, nuestro sexo será mejor porque ya te hemos explicado alguna vez, que el nivel de excitación está muy relacionado con el orgasmo.
Cómo podemos aumentar nuestro deseo sexual
Al igual que ocurre con el placer, en el deseo cada persona es única. Puede que en ti despierte tu deseo algo que en mí no. Fíjate en la película Kiki, el amor se hace. Cada uno de los personajes tenía una filia diferente así que su excitación provenía de deseos diferentes.
Como cualquier plantita, tenemos que regarla para que se mantenga vivita y coleando. Y es mucho más sencillo de lo que a priori pueda parecer porque por ejemplo, hablar de sexo es una manera de alimentar el deseo. Y no me refiero al sexting, me refiero a hablar con tus amigas de sexo, con tu pareja, escuchar un podcast sobre sexualidad… Es una forma de que el sexo esté presente en nuestra cabeza.
La literatura erótica es un camino muy fértil para cultivar tu deseo. Puedes aprovechar los audiolibros porno o simplemente hacerte con la nueva novela de la escritora de literatura erótica de moda. Leer sobre sexo te llevará a imaginar y alimentará tu deseo. Incluso puedes probar a escribir tu propio relato erótico y dar rienda suelta a fantasías escondidas.
Comprar lencería sexy es otra manera de regar esa pequeña planta que es el deseo. Cuando compramos lencería podemos imaginar por ejemplo, cómo será el momento en que nos las quitemos. También comprar juguetes sexuales pueden ser el preludio que necesite nuestro deseo para ponerse en marcha.
Y ojo, que el deseo no es algo exclusivo de las personas con pareja. Cultivar el deseo es independiente de nuestro estado civil. Tiene que ver con nuestro propio placer y cada uno somos responsables de él.
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