El doctor Lawrence J. Cohen es psicólogo y autor de libros como “Playful Parenting”, un libro premiado que ha sido traducido a 18 idiomas, o “The Opposite of Worry”, centrado en las ansiedades y miedos de los niños y sus padres. Es experto en crianza y formador de educadores y padres en todo el mundo. Y como experto tiene claro que la comunicación es vital en cualquier relación.
Las tres claves de la comunicación son: hablar abiertamente, escuchar con empatía y reflexionar, y la verdad es que con un adolescente las dos últimas partes a veces las pasamos por alto. Entramos todos en un círculo vicioso de reproches y gritos y lo que menos hacemos es escuchar a quien tenemos delante.
Con esta técnica de comunicación, Cohen quiere que nos aseguremos de escuchar de forma activa y de pensar en lo que nos están diciendo. Con la técnica de escucha 3-2-1 se terminarán las peleas en pareja, en familia y por supuesto con los adolescentes de la casa, en solo seis minutos.
La técnica de escucha 3-2-1
Si tienes hijos adolescentes es posible que todos los días sientas que no te escucha. La verdad es que tú tampoco a él, pero con esta simple técnica de escucha, la relación y la comunicación pueden mejorar drásticamente y solo necesitas seis minutos para llevarla a cabo. Eso sí, el experto recomienda probar antes con temas casuales o no amenazantes antes de intentarlo con un conflicto real. Como explicaba en Psychology Today, “es difícil aprender y practicar algo nuevo mientras se habla y se escucha las cosas más difíciles de las que hay que hablar”.
Lo que haremos para ponerlo en marcha es turnarnos y vamos a ayudarnos de un cronómetro para los tres pasos que componen la técnica. Insisto en que se trata de una escucha activa, y es imprescindible que ambas personas tengan la voluntad de escuchar de verdad a la otra persona. Y que nadie se preocupe, que los pasos se pueden repetir las veces que se quiera, y quien habla, luego tendrá que escuchar.
Paso 1: uno habla, el otro escucha
Durante tres minutos (que marcaremos en el cronómetro), una de las dos personas expone lo que ocurre. Por ejemplo, tu hijo te dice que siempre le tratáis como a un niño. En este momento quien habla tiene tres minutos para hablar de todo lo que desee y lo que quiera compartir sobre ese tema. Cómo le hace sentir, qué piensa al respecto… Eso sí, cuando suene el cronómetro, la persona que habla termina el pensamiento en unas pocas palabras y no está permitido seguir.
A cambio, ha tenido la atención plena de otra persona que ha escuchado callada (y es importante que escuche de verdad) durante esos tres minutos, sin intentar ganar la discusión, ni rebatirla ni nada por el estilo. Solo escuchando. El experto asegura que “es mejor escuchar y reflexionar plenamente algunas declaraciones que hablar y hablar sin escuchar ni reflexionar”.
Paso 2: uno reflexiona y el otro escucha
Ha sonado el cronómetro y ahora la persona que escuchaba tiene el turno, pero no para rebatir lo que ha dicho el primero, sino para reflexionar sobre ello durante 2 minutos.Esto es lo que el psicólogo llama la etapa del “espejo”. Quien reflexiona puede utilizar las palabras exactas o parafrasear lo que dijo la otra persona como en una técnica clásica de escucha activa, y como en cualquier escucha activa es vital que sea sin hacer interpretaciones ni juicios sobre lo que ha escuchado.
En el ejemplo que te poníamos antes podemos decir “he escuchado que te hace sentir mal que te digamos a qué hora llegar a casa porque te hace pensar que no confiamos en ti”. En cambio no podríamos decir algo como “dices que te tratamos como a un niño pero eso no es verdad, tienes que ganarte nuestra confianza. Tampoco son reflexiones arremeter contra lo que te están diciendo con frases como: “¡Cómo te atreves a decir eso!”, "¡Sabía que lo ibas a decir!" o "¡Eso no es lo que pasó!".
Paso 3: la respuesta a la reflexión
El experto afirma que es el momento de volver a configurar el cronómetro durante el último minuto en el cual el orador original responde a la reflexión que ha recibido. Puede ser un momento para aclarar algo con un “has entendido la mayoría pero creo que esto se te ha escapado” o "no estoy seguro de haberme explicado bien, déjame repetir esto”. También puede ser el momento de mostrar agradecimiento por haber escuchado, pero en ningún caso es el momento de abrir un tema nuevo.
Ahora puede ser el momento de cambiar los roles y que la otra persona explique su punto de vista sobre este mismo tema, repitiendo los pasos 1, 2 y 3 igual que antes, solo que quien empezó escuchando, ahora habla y quien hablaba antes, se compromete a escuchar de una forma auténtica.
El objetivo de la técnica de escucha 3-2-1 no es la resolución instantánea de un conflicto que lleve tiempo asentado en la relación, ni que se llegue a un acuerdo repentino. Lo que busca esta técnica es, tal y como explica Cohen “simplemente experimentar ser escuchado y escuchar atentamente”, porque “muchas conversaciones implican poca o ninguna escucha real, y simplemente nos repetimos o aumentamos nuestro volumen o lenguaje para tratar de ser escuchados. Lo que hace que a la otra persona le resulte más difícil escuchar.”
Lo que conseguimos es que la resolución de problemas puedan ser mucho más efectivas en el futuro gracias a la forma en que han hablado y se han escuchado, por eso no es mala idea hacer la técnica una vez a la semana sobre temas más sencillos que puedes hablar con un adolescente para conectar con él.
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