Según los últimos estudios, hoy en día la esperanza de vida ha aumentado a nivel mundial y es que, si nos fijamos en las últimas cifras, en Europa, Japón y Norteamérica, sus habitantes superan ya los 80 años de edad.
Pero, el foco lo queremos poner en, ¿cómo llegamos a esa edad? Porque por mucho que sigamos sumando años, debemos tener algo en cuenta, ¿cómo es la calidad de vida con la que se llega a esa edad? Y es que no es raro ver cómo a medida que nos hacemos mayores tenemos más "achaques", y nos quejamos cada vez más de distintos problemas tanto físicos como mentales.
Es entonces cuando entra en juego el término de “health span”, lo que traducido al español sería algo así como la “esperanza de vida saludable” o lo que es lo mismo, mejorar tu salud hoy para alargar tu vida mañana.
Vivir mucho, pero vivir bien
Los expertos en longevidad están estudiando cada vez de forma más precisa en centrarse en aquellas enfermedades tratables que no afecten a largo plazo. Y para que lo entendamos, National Geographic cita en palabras de la médico-científica Sharon Inouye, de la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos), un claro ejemplo, y es que “una hipertensión tratada no afectaría significativamente a la esperanza de vida, a diferencia de un ictus o una demencia”.
Este concepto es en el cual está en fase de desarrollo actualmente, para poder estudiar en aquellos genes que favorecen la salud y enfocarse en la mejora de la calidad de vida en el día a día, para mejorar de esta manera la esperanza de vida.
Por su parte, Nir Barzilai, investigador de la Facultad de Medicina Albert Einstein del Bronx, dice que las personas mayores de 100 años con las que trabaja en sus estudios tienen una “compresión de la morbilidad”, es decir, están enfermos durante periodos muy cortos de su vida. Y, además, explica: "No sólo viven más, sino que viven mucho más sanos: contraen enfermedades 50 años después que sus amigos y 30 años después que los amigos de sus hijos".
Visto así, parece que este estudio hubiera dado con el “secreto de la inmortalidad”, pero nada más lejos de la realidad. Son muchos los factores que influyen en la longevidad, de hecho, la genética es fundamental, sin duda, pero lo curioso de la investigación de este autor es que se centra en el estudio del colesterol “bueno” de sus pacientes, y es que, “los ancianos con los que trabajo tienen una variante específica del gen CETP, que es el que controla el colesterol y, precisamente, son estos pacientes los que tienden a vivir más tiempo con una mejor función cerebral”.
¿La píldora de la vida?
Y, ¿cuál sería el siguiente paso entonces? Según la idea que lanza esta investigación la posible solución sería emular los efectos que hace ese gen en forma de fármacos y, de esta manera, poder mejorar la esperanza de vida saludable.
Algo que de momento se sigue investigando y que no se vislumbran resultados feacientes para un futuro próximo. Pero, en cualquier caso, si alguna vez existieran este tipo de fármacos, siempre habría que sumar los básicos que aconsejan todos los expertos en medicina regenerativa, que son: unos hábitos de vida saludable que impliquen una buena alimentación, un buen descanso, realizar deporte de forma asidua, mantener buenas relaciones sociales que contribuyan a nuestra salud mental, entre otros muchos factores.
Fotos | cottonbro studio de Pexels
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