Conseguir que nuestro cerebro se mantenga joven y sano requiere tenerlo activo y ejercitado con distintas acciones y actividades tanto físicas com mentales. Y es que, el ejercicio físico ha demostrado ser un gran aliado para nuestras habilidades cognitivas puesto que según explican desde la American Psychological Association: "Muchos estudios descubrieron que las personas mayores físicamente activas se desempeñan mejor que las personas mayores sedentarias en tareas cognitivas como razonar, vocabulario, memoria y tiempo de reacción. Algunos estudios descubrieron diferencias similares entre las personas jóvenes físicamente activas y las sedentarias, pero los resultados varían de un estudio a otro".
Asimismo, además de practicar ejercicio físico, cuidar nuestra salud cerebral a través de acciones o actividades que ayuden a ejercitar nuestra mente es fundamental ya que, cuanto más alta sea la calidad de nuestras funciones cognitivas, mayor será la capacidad de nuestro cerebro para retrasar los efectos del envejecimiento, tal y como dicen desde la Fundación de investigación sobre el Alzhéimer, Pasqual Maragall.
El pensamiento positivo ayuda a manejar el control del estrés y de la ansiedad, mejora el sentido del humor e incluso, se tienen menos probabilidades de sufrir depresión. O dicho de otra forma, hay estudios que han mostrado que los pensamientos negativos y el estrés crónico podrían estar asociados al declive cognitivo.
Entonces, ¿cómo repercute el positivismo en nuestro cerebro? Como hemos visto, tanto nuestra salud física como nuestra salud mental influyen en el mantenimiento cognitivo, pero además, un estudio publicado por la revista JAMA Network Open y llevado a cabo por la Escuela de Salud Pública de Yale, liderado por la neuróloga Becca Levy, declaró que afrontar el envejecimiento con una actitud positiva es un mecanismo que también podría ralentizar el deterioro cognitivo.
Para poder demostrar esto, en el estudio reunieron a 1716 personas mayores de 65 años diagnosticadas con deterioro cognitivo leve, es decir, una fase intermedia entre el deterioro previsto de la memoria y el que suele acontecer con la edad.
La autora principal de dicha investigación, Becca Levy, ha llegado a asegurar que no hay ninguna basa científica de que el deterioro cognitivo no pueda mejorar, de hecho, en su estudio, dice que: "La mitad de los pacientes con deterioro cognitivo leve se recuperan", aunque también señala que los motivos de la recuperación todavía no son claros y, precisamente, este fue uno de los motivos en los que centró su investigación. En su estudio se valora si la actitud positiva era una de las causas del retroceso del deterioro cognitivo, y en la investigación se habría evidenciado que estas creencias positivas parecían permitir recuperar la cognición a los individuos que se mostraban positivos ante el envejecimiento, hasta dos años antes que los que tenían sentimientos negativos hacia el paso de los años.
Es decir, para entenderlo mejor, los participantes que iniciaron el estudio con una función cognitiva normal y siendo positivos tenían menos probabilidades de desarrollar un deterioro cognitivo leve en los próximos 12 años que aquellos que eran más pesimistas. Levy que es una experta en el tema debido a que ha publicado varios estudios relacionados, incluso, ha llegado a declarar que el pensamiento con el que afrontamos el envejecimiento puede llegar a influir en el aumento de la esperanza de vida hasta en siete años y medio.
De hecho, existen otros estudios llevados a cabo al respecto en los que también se habría revelado la influencia del estrés o angustia psicológica con el desarrollo de demencia posterior, aunque también revelaban que “la naturaleza de esta asociación aún no está clara”.
Y, ¿qué pasa con aquellas personas que no se sienten felices?
En cualquier caso, ser feliz y positivo está directamente relacionado con la capacidad de recuperación ante la adversidad, y según dice este otro estudio, “cuando las personas piensan que les ocurrirán cosas buenas, son más propensas a esforzarse porque sienten que lo que hagan marcará la diferencia en el logro de un buen resultado. El pensamiento positivo proporciona bienestar y satisfacción con la vida”. Por lo que parece que el positivismo nos ayuda a tener una vida más feliz, más saludable y más productiva, algo que va mucho más allá de la ausencia de enfermedades o problemas.
Pero, también debemos tener presente el efecto rebote que provocan estos mensajes de positivismo tanto al individuo como a la sociedad, y ser capaces también de ver la cara B. ¿Qué pasa con aquellas personas que no se sienten felices? Quizás buscar la constante felicidad puede llevar a la obsesión y después, a la frustración y la culpabilidad por no conseguirlo. Y es que la felicidad no tiene por qué ser un sentimiento de euforia continuo, ya que cada uno ha de buscar su propia felicidad, sino tomarlo como el camino hacia la felicidad. Desde el Colegio Oficial de Psicólogos, dicen que estando enfadados filtramos la información de forma distinta a cuando estamos contentos. Las emociones positivas alteran nuestra percepción de los acontecimientos. Entonces, ¿cómo podemos encontrar nuestra felicidad? Según el profesor de Harvard experto en psicología positiva, Tal Ben Sahar, en su Being Happy, dice que aceptar la vida tal y como es “te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas”, en este artículo se recogen algunas de las claves que propone el Sahar:
- No tener miedo a fracasar, es más, celebrar los fracasos.
- Agradecer todo lo bueno que nos pasa.
- Hacer deporte, tal y como decíamos al principio del artículo, es muy beneficioso también para la salud de nuestro cerebro.
- Dedicar nuestro tiempo a lo que nosotros consideremos importante. Y, Sahar pone el ejemplo de dar prioridad a la familia y dosificar el trabajo.
- Aprender a meditar.
- Practicar la resiliencia: “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”, dice el profesor, según recoge el artículo. "Esto se conoce como locus de control o 'lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos', un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del siglo XX".
Fotos | Sam Lion Polina Tankilevitc de Pexels
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