De un tiempo a esta parte el turismo ha pasado a ser, de un elemento genuinamente positivo para levantar economías, a algo un tanto distinto. No ocurre en todos los sitios, pero hay enclaves donde el turismo es, literalmente, demasiado turismo. Esa saturación está llevando a muchas naciones a buscar soluciones, incluso con impuestos. En una ciudad de Japón se han puesto creativos.
Impacto del turismo masivo en Japón. Una de las naciones que más está sufriendo esa saturación de gente es Japón. El auge del turismo allí ha alcanzado cifras récord, pero su crecimiento ha traído consigo serios desafíos para las comunidades locales, que ven cómo el comportamiento irresponsable de algunos visitantes afecta su calidad de vida.
Con 36.7 millones de turistas en 2023 y una meta de 60 millones para el final de la década, las autoridades han intensificado sus esfuerzos para mitigar los efectos del denominado overtourism, particularmente en destinos icónicos que han sido invadidos por visitantes en busca de la ansiada foto perfecta.
Un caso emblemático del turismo descontrolado. Uno de los ejemplos más recientes del impacto del turismo masivo se encuentra en Otaru, una pequeña ciudad en la isla de Hokkaido cuya popularidad ha crecido significativamente debido a su aparición en películas como Love Letter (1995) y Cities in Love (2015).
Allí, Funami-za, una calle empinada que ofrece vistas panorámicas del puerto y el mar, se ha convertido en un “must”, un punto clave para todos los turistas que buscan la imagen perfecta. ¿El problema? El flujo descontrolado de visitantes ha generado serios inconvenientes para los residentes, al bloquear el tráfico, invadir propiedades privadas e incluso poner en riesgo su seguridad.
¿Solución? Las autoridades han respondido de manera sorprendente: guardias de seguridad para perseguir y disuadir a los turistas de congregarse en la zona en un intento de evitar incidentes como el ocurrido a principios de enero, cuando una turista china murió atropellada por un tren mientras intentaba capturar una imagen de un espacio relacionado con Cities in Love.
Aquel trágico suceso es un ejemplo perfecto que ilustra los peligros de la obsesión por la fotografía y los selfies en el turismo moderno, uno que ha llevado a algunos visitantes a ignorar normas de seguridad básicas en su búsqueda de la instantánea icónica.
Razones del turismo masivo. El crecimiento del turismo en Japón se debe a varios factores, aunque se marcan como claves la debilidad del yen y la expansión de vuelos internacionales, atrayendo principalmente a visitantes de Corea del Sur, China y Taiwán.
Esta afluencia masiva ha generado beneficios económicos considerables: en 2024, los turistas gastaron un récord de 8 billones de yenes (50.8 mil millones de dólares), con el comercio y la industria hotelera experimentando un auge sin precedentes. Y las principales cadenas de tiendas de conveniencia reportaron ventas récord, impulsadas en gran parte por el consumo de snacks y bebidas por parte de turistas extranjeros.
El ”pero”. Sin embargo, este crecimiento también ha traído consecuencias negativas, incluyendo el hacinamiento en sitios turísticos, el incremento de residuos, el consumo de alcohol en la vía pública y los comportamientos bastante irrespetuosos hacia la cultura y el patrimonio nipón. De hecho, Otaru no es el único lugar afectado: en ciudades como Kioto, Osaka y Tokio, la saturación turística ha generado un creciente descontento entre los residentes.
Algunos ejemplos. Los problemas causados por algunos visitantes han captado la atención del público y las redes sociales en los últimos tiempos. Uno de los casos más notorios ocurrió en Hokkaido, donde una influencer chilena fue ampliamente criticada después de grabarse realizando dominadas en un torii sagrado. En otro caso que generó indignación en Japón, un turista extranjero fue captado en video pateando a uno de los ciervos de Nara, famosos por su conexión con la tradición sintoísta.
Pero hay más. Otro caso particularmente ofensivo ocurrió en el santuario Meiji Jingu de Tokio, donde un turista estadounidense fue arrestado por utilizar sus uñas para grabar nombres en un torii, dañando uno de los símbolos más venerados de la cultura japonesa. Situaciones todas que han reforzado la percepción de que algunos visitantes no comprenden ni respetan las normas y valores locales.
Equilibrio entre crecimiento y sostenibilidad. Por todo lo comentado, Japón se encuentra en una encrucijada: por un lado, el turismo representa una fuente crucial de ingresos y crecimiento económico; por otro, el impacto negativo de la saturación turística amenaza con erosionar la calidad de vida de los residentes y dañar la percepción del país como un destino acogedor y culturalmente respetuoso.
Parece meridianamente claro, por tanto, que el desafío pasa por encontrar un equilibrio entre atraer visitantes y garantizar que su comportamiento no afecte negativamente a la sociedad japonesa. Mientras las autoridades implementan regulaciones más estrictas, a los turistas les toca asumir la responsabilidad de respetar las normas y tradiciones del país que visitan.
La solución no radica únicamente en la vigilancia o en medidas punitivas, sino en fomentar un turismo más consciente y sostenible que valore la riqueza cultural de Japón sin comprometer a los locales. Una más que difícil ecuación.
Imagen | Jorge Royan
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