Ninguna bebida está más de moda que el gin tonic, y ninguna tiene una conexión más especial con Londres. Quizá porque esta ciudad es un destino único para disfrutar de él en algunas de las mejores terrazas de Europa, o porque podemos visitar la destilería de Beefeater.
Ahora bien, como pasa con todo lo que está de moda, hay mil y una formas de interpretar el gin-tonic. Nosotros nos vamos a quedar con una que tenga un auténtico sabor a Londres.
Un buen vaso
Será el primer paso, pero seguramente sea el más controvertido de todos. ¿Copa balón, vaso abombado, copa de vino? Elegir un vaso es una cuestión casi personal. Nosotros nos inclinamos por dos opciones: la copa balón para el gin-tonic tradicional, y el vaso bajo para el half gin-tonic, perfecto para tomar durante el aperitivo. Y ahora que estamos en plena ola de calor, es un formato perfecto para disfrutar en casa.
Tened en cuenta que el tamaño de cada vaso requerirá de una medida distinta de ginebra y de tónica. Lo ideal es encontrar a alguien con quien compartir un half gin-tonic, ya que es muy posible que con un solo refresco podamos elaborar dos bebidas. Y tomar un gin-tonic en compañía siempre es muchísimo más divertido.
El hielo, fundamental
El hielo puede ser nuestro mejor aliado... o un verdadero problema si no sabemos cómo manejarlo. Busquemos cubitos de buen tamaño, los que son demasiado pequeños enfrían poco y pueden aguar nuestro gin tonic. Lo primero es llenar nuestro vaso de hielo y darle vueltas para enfriar las paredes del cristal.
En este proceso, los hielos pueden sudar un poco. El agua desprendida debe desaparecer antes de que nos pongamos con nuestro gin-tonic, así que lo mejor es escurrirla para que no se nos estropee la bebida.
Un limón sabroso
A día de hoy hay infinidad de formas de hacer un gin-tonic. Enebro, pepino, frutos rojos, canela, regaliz... Las combinaciones son tantas que conocerlas todas es casi un reto. La forma más puramente londinense de tomar un gin-tonic es, fundamentalmente, con un par de rodajas de limón. Ni más ni menos.
Limpia bien la piel del limón para evitar que traiga malos sabores o suciedad. Puedes partir una rodaja o hacer un gajo, como tú prefieras. Ah, y la piel es todo un descubrimiento. Puedes extraerla con cuidado de no incluir la parte blanca del limón –es la más amarga– y utilizarla para tu gin-tonic.
La ginebra, siempre de calidad
El alma del gin-tonic es, precisamente, la ginebra. Y la variedad que hay es tal que probarlas todas es casi imposible. Nosotros nos quedamos con Beefeater Dry. Por su sabor y su elaboración es perfecta para que sea la protagonista de cualquier cóctel, y por supuesto, donde más destaca es en el gin-tonic, sobre todo si está preparado al más puro estilo londinense, con los toques necesarios para que sobresalga y sin recargarla en exceso.
La medida es muy importante. Una parte de ginebra por dos de tónica es lo que manda la tradición, aunque es posible que prefieras una combinación más suave, sobre todo para el half gin tonic. Reducir –ligeramente– esta proporción de ginebra no es problema, pero aumentarla sí. El sabor sería excesivamente fuerte y perderíamos la esencia del auténtico gin-tonic.
Disfrutar en compañía
Una terraza londinense, un bar clandestino o en pleno Soho son sólo algunas de las propuestas en las que puedes disfrutar de un gin-tonic único y especial, con toda la impronta de Londres en la experiencia. Pero en tu casa, con tus amigos o con tu pareja son opciones igual de buenas, si sabemos sacarles todo su partido.
Es una manera perfecta de finalizar la jornada de trabajo con los compañeros, o de conocer una nueva terraza de tu ciudad. El gin-tonic es una bebida refrescante y perfecta para estos días de tantísimo calor. Elige con quién tomarla y comparte una experiencia que tú harás única.
Fotos | tiarescott, Barta IV, Steven Lilley
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