Sueño de una noche de verano en Portofino. Así han titulado a su último desfile de alta moda los chicos de Dolce & Gabanna celebrado el pasado 10 de julio. Un desfile con un casting de excepción en el que participaron 94 protagonistas, entre las que no faltaron princesas, hadas, geishas, ángeles y damas que parecían salidas directamente de uno de aquellos bailes de gala de la obra El Gatopardo de Lampedusa.
Féminas que fueron desfilando por una pasarela encantada donde todo era posible, desde un gran árbol de calabazas que daba sus frutos boca abajo, hasta olivos donde crecían castañas o palmeras que daban naranjas.
Tampoco faltaron columnas unidas por arcos de flores formados por jóvenes vestidos de juglares, cuentacuentos y efebos, portadores egipcios y gladiadores romanos: lo que fuese necesario para piropear a cada una de las modelos que desfilaba, mientras que por encima revoloteaban angelotes.
De telón de fondo música de arpas y de oboes. Un poeta recita la ópera mientras va leyendo un viejo manuscrito. Al fondo, el mar que se pierde de vista, y luego la plaza y el castillo cubiertos por una cascada de luces. Al primer acto siguieron otros, hasta llegar a nueve, mientras se escuchaba la melodía de la canción "O sole mio".
A la hora de presentar este Sueño de una noche de verano en Portofino, Stefano y Domenico no han dudado en echar mano desde Shakespeare hasta Omero que para algo en su elaboración habían participado más de quinientas personas durante meses y meses de trabajo.
Sobre la pasarela se vieron looks de todo tipo, desde el clásico LBD que gritaba a los cuatro vientos su autoría hasta prendas que eran un homenaje a la libertad más absoluta pero enfantizada, dando vida a un delirio creativo que fue in crescendo, y que no respondía a más lógica que a la de la fantasía inspirada en prendas típicas de la India, China, África y Rusia.
Se vieron desde kimonos a chaquetas de marajas, túnicas de princesas, pieles de zarina, flecos de seda tipo años 20 y faldas de plumas de pavo real todo con cinturas y caderas marcadas, y amplios y favorecedores escotes.
El final del show no desilusionó a nadie pues pudieron verse trajes de baile tipo bustiers como los de la película El Gatopardo, adornados con diamantes y amplias faldas estampadas con paisajes de Portofino y de todos esos símbolos que asociamos con este paisaje. Me refiero a especias como la salvia o el basílico, a verduras como las berenjenas, a flores y también a olivos.
Un maravilloso homenaje a la tierra italiana, y a su estilo de vida constituido por el mar Mediterráneo, su cocina, sus casitas blancas, sus monumentos y sus maestros artesanos. Todo este despliegue respondía más una cuestión de sentimientos, de emociones, un deseo de transmitir a los demás una forma de vida, de darles la bienvenida a casa, que a un simple business.
Y nunca mejor dicho porque este particular desfile se celebró en la finca propiedad de los dos diseñadores que, más que abrir sus puertas echaron la casa por la ventana para mostrar a un público durante cuatro intensos días todas sus propuestas y novedades relacionadas no sólo con la alta moda, sino también con las joyas, y la sartoria per uomo. Y que, como colofón final, acabó con una gran fiesta amenizada por la cantante Kylie Minogue en la que no faltaron carpas tapizadas con telas brocadas amuebladas con asientos y tronos adornados con cristales de colores como si fuesen piedras preciosas.
Creatividad y fantasía en estado puro, para una selecta y afortunada clientela formada por 150 mujeres llegadas de todas partes del mundo que pueden permitirse todas estas maravillas, aunque para poder disfrutar de ellas tengan que esperar un par de meses a que se las confeccionen a medida.
Sitio oficial | Dolce & Gabbana
Fotos | Instagram @stefanogabbana
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