Ha comenzado el ritmo, primero de forma paulatina, ese que nos despereza para sin apenas darnos darnos cuenta volver a estar bajo el influjo frenético que atrapa todo. Cuando digo todo, incluyo tu piel porque es uno de los órganos que más seriamente se ve afectado por los nervios, las prisas y los desajustes emocionales.
Ya sabemos que sentirse bien repercute en mantener una buena salud, pero también lo hace en el aspecto y belleza. Ni las cremas, maquillajes o mejores tratamientos pueden alcanzar su máxima eficacia cuando nuestro interior esta desajustado. Bajo los efectos del estrés, se genera gran cantidad de cortisol, el sistema inmunitario se debilita y afecta a nuestras defensas.
Hace unos días escuché, por casualidad en un programa de radio, a un prestigioso neurólogo hablar sobre esta hormona que se libera como respuesta al estrés producida en estados de ansiedad, y que favorece la caída en nuestro sistema inmunitario. Bajo sus efectos la piel, como un órgano más, sufre un impacto negativo, pudiendo agravar puntos débiles o patologías como acné, psoriasis, dermatitis... Todo el planteamiento me hizo recordar puntos que siempre he tenido en cuenta y que sin embargo dejo de razonar de manera conjunta. ¿Os parece que repasemos algunas de los efectos del estrés en la piel?
El estrés epidérmico existe
¿Recodáis las que habéis padecido o padecéis acné como se llega a "un bucle" cuando los nervios entran en juego? Recuerdo perfectamente que cuantos más granitos tenía, más estrés me provocaba la situación y cuanto más nerviosismo, más granitos. Esto explicaría también algunos episodios de acné en edad tardía, cuando la persona está sometida a estrés. La explicación es que la bajada de defensas provoca un desequilibrio bacteriano.
El estrés también puede ser el causante de irritación y rojeces cutáneas porque el organismo libera más histamina, responsable de esta sensibilidad. Este es uno de los motivos por los que se asocian algunas patologías de la piel como la rosácea o el eczema a episodios graves o crónicos de estrés.
La deshidratación es uno de los efectos de la subida del cortisol, así que estados prolongados de ansiedad pueden provocar la aparición de una acusada sequedad cutánea. El exceso de esta hormona afecta a la funcionalidad de la barrera de la piel, aumentando la pérdida de agua transepidérmica y disminuyendo su capacidad de para retenerla.
El correcto funcionamiento de renovación de la piel se ve afectado bajo la influencia del cortisol. La falta de luminosidad es otro de sus efectos negativos, dado que al ralentizarse este ciclo, da paso a un aspecto opaco y apagado.
Por supuesto, ya habrás adivinado que consecuencia del desasosiego continuo son también los gestos, expresiones y rigidez de los músculos faciales por el nerviosismo que indudablemente da lugar a la aparición de arrugas. Si sumamos la deshidratación antes citada, falta de cuidados adecuados por ausencia de calma y atención, más la ralentización de la renovación cutánea... no solo aparecerán, también las existentes tienen bastante probabilidad de pronunciarse con más fuerza.
Todo tiene solución
Meditar, llevar una dieta equilibrada, beber agua, hacer deporte, intentar tomar la vida con alegría, intentar cambiar la manera de reaccionar ante circunstancias adversas son algunas de las fórmulas para reducir los niveles de cortisol. Entre todas, hay una, sencillísima, comprobada por efectos: sonreír y reír reduce los niveles de esta hormona y aumenta las endorfinas. Te lo recuerdo cuando está a punto de llegar el día de la sonrisa, 5 de octubre.
Puede que leer todo esto te ha provocado un poquito de estrés. La intención de este post es que suceda lo contrario. Respira profundamente y toma la vida como viene, sabiendo que antes o después las cosas mejoran o se solucionan. Manteniendo la paciencia y la calma, dos de las mejores compañeras de la rutina...¡Disfruta de tu piel!
Imágenes | 1# [Pixabay](https://pixabay.com/es/estr%C3%A9s-relajaci%C3%B3n-relax-palabra-391657/, 2# Pixabay
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