Tengo 40 años y me da terror pasar por el pinchi-pinchi. He encontrado la manera de no hacerlo

Hace dos años, viendo la que se avecinaba y que me quedaban 100 semanas justas para llegar a los 40 años, empecé un "reto" en mi perfil de Instagram al que llamé #40yEstupenda. El objetivo: llegar a los 40 en el mejor estado de forma posible, tanto física como mental y ser la viva imagen de que los 40 son los nuevos 30. Porque yo lo valgo.

Os haré un spoiler: en julio de 2024 cumplí los 40 y sí, realmente creo que he llegado en buena forma a mi particular #40yEstupenda. Esto ha implicado, naturalmente, cambios en mis entrenamientos y también en mi rutina de cuidado de la piel para llegar en las mejores condiciones.

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Por el camino, más veces de las que me gustaría ha habido personas que me han planteado si había pensado en "tocarme la cara": si me pondría algo de bótox (porque las líneas de expresión empiezan a aparecer) o algo de ácido hialurónico, tan de moda ahora para rellenar.

Personalmente, no estoy en contra de los retoques... en los demás. A mí me da pavor hacerme cualquier cosa en la cara que suponga un tratamiento invasivo: las agujas, cuanto más lejos de mi cara, mejor. Pero claro, una también quiere tener la piel en el mejor estado posible, así que me puse manos a la obra para encontrar algo que no implicara pinchi-pinchi, pero que me diera buenos resultados: exploré el yoga facial, las máscaras de luz LED (con buen resultado también), leí cientos de artículos para saber qué activos mejorarían el aspecto de mi piel... Hasta que di con el que se ha convertido en mi mejor amigo en mi rutina de skincare desde hace un par de años: el dispositivo de microcorrientes.

¿Micro... qué? Impulsos eléctricos para mejorar el estado de tu piel

A fecha de hoy hay multitud de dispositivos de microcorrientes que podemos encontrar en el mercado, pero cuando yo lo conocí hace ya unos años os aseguro que me parecía haber encontrado el santo grial del cuidado facial. Un tratamiento que normalmente se hace en cabina, pero que ahora lo podías tener en casa y hacértelo a diario si te daba la gana (y si tenías ganas, que eso también cuenta).

Antes de comprar mi primer dispositivo, que fue el NuFace Mini (después de hacer un ejercicio detectivesco sobre las bondades de estos cacharros digno de una Miss Marple de la vida moderna), estuve indagando sobre cómo es posible que un "chispazo" te devuelva la juventud. También sobre cómo explicar esto a mis amigas y que no me tomaran por loca.

Resumen corto para explicar cómo funciona: estos dispositivos producen impulsos eléctricos de muy baja intensidad que estimulan el núcleo de las células, y esa estimulación promueve la síntesis de proteínas como el colágeno (que tanto nos gusta y ayuda a que las facciones se mantengan en su sitio) y tiene un efecto regenerativo.

¿Tenía ante mí un cacharro que me prometía la eterna juventud? Hombre, no, tampoco hay que exagerar ni buscar resultados milagrosos porque ni con esto ni con tratamientos invasivos lo vamos a encontrar. Lo que sí prometía, y después de un par de años ha cumplido con creces, es suavizar las líneas de expresión y mejorar el aspecto general de la piel.

Mi ritual diario junto a la rutina de skincare

La verdad es que me tomo muy en serio la rutina de skincare, tanto la de mañana como la de noche. Es posible que en los dos años que llevo haciéndolo más en serio solo haya fallado en vacaciones: no soy esa persona que se lleva un montón de cremas y sérums a la playa, pero sí soy esa otra que llega a casa a las 4 de la mañana después de salir de fiesta y se hace la rutina completa antes de meterse en la cama. Me lo he tomado como mi momento de relax y eso me ha ayudado mucho a la hora de ser constante.

Al principio introduje las microcorrientes en la rutina de noche, aunque ahora las he trasladado a la mañana: no tardo más de 5 minutos en hacer mi rutina con el NuFace y me aseguro de que no me lo salto.

Porque, amigas, una de las condiciones para que las microcorrientes funcionen adecuadamente es, cómo no, la constancia. Con estos aparatos no podemos esperar resultados de un día para otro, pero lo cierto es que si somos constantes, a partir del primer mes se pueden apreciar ya algunos cambios. Las mejoras más destacables, eso sí, las he visto después de muchos meses llevando a cabo el ritual de las microcorrientes.

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Cosas que he podido notar: yo siempre he sido "de moflete generoso", y me daba pavor que con los años la ley de la gravedad hiciese aparición y los mofletes se descolgasen. Después de meses usando las microcorrientes, sí que he notado los pómulos más alzados, lo cual para mí ha sido el "sí" definitivo para seguir invirtiendo tiempo todos los días en este ritual.

También tengo una pequeña arruguita en el entrecejo (es la que me sale cuando digo "¿esto qué leches es?" mientras miro la pantalla del ordenador, que es bastante a menudo) que he conseguido difuminar bastante con el uso de las microcorrientes. Si antes era visible a simple vista, ahora tengo que exagerar el gesto para que se note.

El aspecto general de la piel, sobre todo la textura, también ha mejorado, aunque eso no puedo atribuírselo en exclusiva al aparato de microcorrientes, porque evidentemente lo acompaño de mis sérums y cremas en la rutina de mañana, y de la máscara LED en la de noche. En cualquier caso, os puedo asegurar que yo antes no salía de casa sin base de maquillaje ni para sacar a mi perrita por la noche, y ahora me voy alegremente de vermuts solamente con máscara de pestañas y colorete.

Solo por la seguridad que he ganado en mí misma con estas tres cosas que os comento, creo que ha merecido la pena pasar tantos minutos (si sumamos tooooodos los meses que llevo con ello) dedicados al cuidado de la piel con microcorrientes. Definitivamente, es un aparato que recomendaría probar a todo el mundo.