Puede llegar a ofender a quien lo escucha, pero no es tan difícil oír más de un lamento sobre la forma física y la debilidad psíquica para afrontar el otoño después de las vacaciones. La cuestión es si de verdad es posible sentirse cansado después de descansar. Parece un trabalenguas, ¿verdad? La respuesta a lo anterior resulta afirmativa, pero los motivos son mucho menos evidentes de los que a primera vista puedan parecer.
En la mayoría de los casos es fácil confundir cansancio con apatía, aburrimiento o tristeza por concluir un periodo que en principio puede resultar el más atractivo del año. Como para casi todo, cambiar este pensamiento suele ser suficiente para recargar energía, pero además no todo es lo que parece...
No confundir...
La fijación de objetivos es una constante durante estos meses posteriores al verano, pero ¡ojo!, en ocasiones las expectativas y los objetivos personales pueden ser tan altos que solo su proyección mental nos hace sentir fatiga, impotencia, falta de fuerza o ánimo incluso para intentarlo. En este sentido es mejor plantear metas realistas que se adapten a nuestra forma física y mentalidad, tanto en el plano corporal como en el intelectual. Ya habrá tiempo para incrementar paulatinamente los propósitos.
Comenzar una dieta es una de las prácticas más recurrentes en muchas de nosotras a la vuelta de vacaciones. En consecuencia, resulta lógico que la ilusión se evapore cuando hacemos un plan de alimentación que, aunque sano, no recurre a lo más "apetecible". Si es tu caso, intenta mentalizarte de que se trata de lo mejor que puedes hacer por ti si has considerado que ha llegado el momento en que crees necesario llevarlo a cabo. Sin predisposición no hay resultados porque no se genera fuerza ni voluntad para hacerlo y la apatía una vez más se puede confundir con cansancio físico.
¡Madrugar de nuevo! ¿Quién puede no sentirse cansado ante esta perspectiva? Hemos perdido la sana costumbre de desperezarnos a nuestro ritmo, así que lo mejor es intentar acostarnos un poquito antes por la noche. Hay que perder de nuevo, poco a poco, el hábito de ir a la cama a la hora que nos apetezca, así podremos disfrutar del placer que puede resultar madrugar cuando se ha descansado.
Retomar lo que dejaste por hacer antes de verano cansa emocionalmente porque nos recuerda inconscientemente todo aquello de lo que probablemente quedamos saturados. Sin embargo, recuerda que no es un cansancio real, es fatiga emocional, el provocado por las emociones y sensaciones. Borra ese recuerdo, parte de cero, porque todo es cuestión de actitud.
El esplendor físico conseguido a golpe de sol y descanso da paso a una, como llamo yo, "caída en picado". La piel se apaga y la sensación de deshidratación corporal aumenta. La expresión deja de ser tan relajada, nuestro cuerpo vuelve a estar cubierto y la sensación de libertad y luz va dasapareciendo. Es labor nuestra cuidarnos, mimarnos y buscar sensaciones y pensamientos positivos frente a la nueva etapa que comienza.
Los colores, olores y estímulos del verano han desparecido, la vuelta a la rutina nos hace vestir con indumentaria y tonos más serios, algo que lógicamente puede apagar nuestra emoción y energía... ¿Y si damos más color a nuestra vida? Un simple carmín, colorete o complemento puede darnos ese rayo de alegría que nos devuelva al resplandor del verano.
En resumen, a veces un síntoma no es lo que parece, pasar de hacer lo que queremos a lo que debemos causa fatiga emocional, algo que se debe distinguir de la verdadera debilidad física. Si somos capaces de reconocer las limitaciones que en ocasiones nosotros mismos nos imponemos, no exigirnos más de lo que podemos dar, tendremos más energía y fuerza. ¿Lo intentamos?
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