Si para mí fue un chasco lo que viví en Casa Salesas, todo lo contrario le ocurrió a Isabel Preysler. La reina de corazones dice estar encantada con el restaurante de su yerno y se atreve a calificarlo de "barato". Vimos cómo posaba en la puerta del local hace unas semanas y dijo lo siguiente ante la prensa: "¡Me ha encantado! De verdad, hemos cenado divinamente!".
Una de dos: o Isabel se pasó con el vino y su criterio se esfumó, o a ella le sirvieron una carta distinta a la mía. No cabe otra posibilidad. Bueno, sí, la de que Preysler venerase el negocio de Onieva con el único objetivo de hacerle publicidad. Y hasta cierto punto es comprensible, pero teniendo en cuenta el caché de la suegra, Íñigo debió haberse esforzado un poco más. Sobra decir que lo de Isabel y el vino no es más que una broma.
Que Tamara Falcó y su madre publiciten tu restaurante es positivo a corto plazo, después, todo se vuelve en contra. La lista de reservas se llena durante los primeros días gracias al tirón mediático, pero cuando te sientas en la terraza y tardan veinticinco minutos en servirte una caña que pagas a 4,5 euros, la gracia de acudir al garito de moda desaparece.
Lo mismo sucede cuando llegan a tu mesa unos mejillones mediocres. ¿Acaso Isabel aprobaría este aperitivo? Dudo que en la despensa de Villa Meona acumulen conservas de este nivel. Por no hablar de Tamara, la 'foodie' por excelencia de su familia que se alzó con la victoria en 'MasterChef Celebrity'. Cuesta creer que un paladar como el suyo dé el visto bueno a lo que actualmente ofrecen en Casa Salesas. Flaco favor le ha hecho Onieva a su amada con este 'posado forzado'.
Y si este artículo puede parecer exagerado, he aquí una prueba de que no lo es: Alberto de Luna, reconocido crítico gastronómico, también ha mostrado su descontento con el lugar. "Muy muy mal el último restaurante de moda abierto en Madrid, famoso porque detrás del mismo están Iñigo Onieva e Iván Espinosa delos Monteros", comienza escribiendo en su post para Instagram.
Destaca, además, un detalle que yo no percibí: "La salida de humos de la parrilla de la planta de arriba parece de juguete, acumulándose el humo, lo que mezclado al uso de moqueta, hace que todo apeste a brasa". Y ahora vuelve a mi mente Isabel. ¿Alguien imagina a la Preysler atufada por las brasas? Si eso es lujo, que baje Dios y lo vea.
Fotos | Instagram @ionieva
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