La relación entre Froilán y su abuelo materno es especial. Siempre lo fue. Cuando Froilán era un crío, Juan Carlos ya tenía especial fijación en él. Era gamberro, divertido y locuaz. Le gustaba jugar, dar patadas a sus primos y refunfuñar cuando doña Elena le regañaba. Esa actitud rebelde, muy Borbónica según como se mire, conquistó al antiguo monarca.
La conexión entre ambos era evidente. Abuelo y nieto eran uña y carne. Y no es que la relación de Juan Carlos con el resto de sus nietos fuese mala, pero sí distinta. Es una cuestión de energía. Froilán y su abuelo vibran en la misma frecuencia y eso nadie podrá jamás cambiarlo. Una prueba de ello es su convivencia en Abu Dabi. No comparten piso, pero se ven a menudo para ponerse al día.
Fue el emérito quien movió los hilos necesarios para alejar a su nieto de la tormenta mediática española. Consiguió un buen puesto para él en Emiratos, pagó su billete de avión y allí se plantó el muchacho. Tras unas semanas de adaptación, el hijo de Marichalar era un hombre nuevo. Encontró su lugar y su curro ideal. Allí puede salir a la calle sin que una cámara persiga sus pasos.
Aunque está lejos de sus amigos, el hermano de Vic se siente feliz con la compañía de su abuelo. Tanto es así que, este año, pasó la Nochebuena con él. Solos. Abuelo y nieto, con un buen jamón sobre la mesa, disfrutaron de una velada que, con toda probabilidad, jamás hubieran imaginado. Según El Confidencial Digital, Froilán decidió estar junto a su abuelo para que no estuviera solo.
Fotos | Gtres
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