Siguiendo con mi particular repaso a lo que ha dado de día la Cibeles Madrid Fashion Week Otoño-Invierno 09/10, mi siguiente parada es Elio Behanyer, uno de mis favoritos porque como los grandes maestros de la costura internacional, es un señor de solera y raza, un señor que sabe perfectamente lo que quiere, que hace siempre lo mismo, pero que siempre gana.
Como los grandes maestros Elio pasa de tendencias que pasan y se aferra a los grandes clásicos sin fecha de caducidad: lo suyo son los trajes de chaqueta imperennes, los vestidos de gala de ayer, hoy y mañana, y el sabor español como mejor arma.
El tweed y los ribetes son sinónimo de elegancia, y no podían faltar por partida múltiple en un desfile clásico, atemporal, y cuyo eje central es el de la calidad artesana en todas sus formas.
Preciosos sus vestidos de cóctel con concesiones a lo chic british que aparca por un momento el ambiente andaluz.
¿Mi preferido? Este little black dress. Sencillo pero perfecto.
Y de obvación generalizada sus gowns de noche que alguna vez, alguna española se atreverá a llevar a los Oscar…
Con el listón colocado por Elio en lo más alto, Hannibal Laguna no se quedaba corto con el desfile que cerró la pasarela de madrid el lunes: debo reconocer que nunca fui demasiado fan de sus diseños, siempre me parecieron el colmo de lo pomposo a pesar de su niquelada ejecución, pero su picaresca y su homeaje a Goya, muy en la onda de Christian Lacroix, todo hay que decirlo, me ha conquistado esta vez.
Los vestidos joya que antes me parecían excesivos y recargados, esta temporada me resultan correctamente exagerados, y el dominio del chantilly, los bordados, los cristales de cuarzo y los mircro plisados, nunca me resultó más elegante.
El detalle de las medias metalizadas de colores (Clara Courel, siguiendo la estela de ser “más papista que el papa” ya las llevaba en el front-row) me encantó, sobre todo la combinación del color hielo con el dorado, y el fucsia con el negro.
¿Y qué me decís de esta maravilla con la que Arantxa Santa María cerraba el estado de gracia de Laguna? Otro que debería pisar más alfombras rojas internacionales y dejar de ser carta de presentaciónde Dafne Fernández y “sucedáneas”...(por favor, más personajes de Yo soy Bea en las primeras filas, no).
De los consagrados, pasamos a las jóvenes promesas y outsiders de lujo que poblaron Cibeles en el último día de pasarela. Las catalanas El Delgado Buil abrían a las diez y media pasadas una jornada tan brillante como irregular y divertida, gracias en parte, a lo que acontecía fuera del catwalk....(fornt-row de Carlos Diez con la Terremoto de Alcorcón disfrazada de ella misma, levantándose y bailando, más el follonero regalando bolsos a los modelos en el desfile de Josep Abril).
Macarena y Ana, aparte de guapísimas, son puro talento en efervescencia, y si bien su sentido de la moda no es apto para todos los trangresores públicos, lo suyo con los colores es pura magia (el coral y el verde agua forman un tandem perfecto), y aunque pequen de ajustarse demasiado al perfil de vanguardia, le imprimen a todas sus propuestas un toque muy especial y personal.
Les pasa lo mismo que a Krizia Robustella (a la que recordaréis por su homenaje a Paris Hilton del año pasado) cuyo fuerte reside más en su puesta en escena que en sus prendas en concreto, pero que animó la jornada con un homenaje a la Juani y a sus maneras descaradas: hip hop a todo trapo y modelos encantadas y cómodas con su papel de divas de calle
El gadget que regalaba ha sido el mejor de todos los que han pasado por las sillas de las salas de Ifema: una bandeja de papel de plata de esas de comida precocinada lista para microondas con un ambientador, dos chapas y la pegatina de la semana con el lema de su desfile: Yo, domingueo. Genial guiño.
La de Nicolas Vaudelet era sin duda la sopresa de la semana: enhorabueno al lavado de imagen de El Caballo y bravo por un Vaudelet plagado de referencias a la tendencia rápida propia de voguette de turno pero con un espíritu renovador, original y atrevido que no dio tregua en ningún momento (justo después venía el desfile de Juana Martín, y la verdad es que las comparaciones son odiosas).
Cada uno de sus looks cuidados al milímetro era un mundo distinto y sin embargo siempre hubieras dicho que eran del mismo diseñador. Los elementos comunes que cohesionaban el seguido de propuestas y conformaban un todo homogéneo eran tan fuertes y distintivos que no dejaban lugar a dudas: el acento andaluz en versión alpujarreño chic.
Fabuloso desfile este, propio de un joven Gaultier de futuro brillante.
Por último, y saltándome a un Diaz que me parece bárbaro aunque si me regalaran alguna de sus prendas no me quedaría más remedio que enrolarme en un circo-cabaret, me quedo con Sita Murt y su dominio absoluto del punto: delicadamente soberbio.
Y mi prenda fetiche, sus leggings de lentejuelas. Espectaculares. Y es que me encanta su capacidad para mezclar texturas: paillettes con mohair, seda con lana merina, o materiales tecnológicos con la mejor angora. Un diez.
Y un diez también por su elección de estrella invitada; no, ni Elizabeth Reyes ni una ex concursante de supermodelo ya olvidada: ni más ni menos que Lydia Hearst (aunque nadie pareció reconocerla…es la primera de la foto).
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