En los últimos años ha ido aumentando la preocupación por nuestro cuidado personal. No solo de nuestro exterior sino, por suerte, también cada vez más de nuestro interior. Dentro de estas preocupaciones, nuestro cuidado intestinal y la mejora de nuestra digestión ha ido tomando fuerza y el interés por consumir probióticos ha aumentado.
Entre esos probióticos el kéfir ha ido adquiriendo cada vez más fuerza y no es de extrañar, porque no solo podemos encontrarlo en el mercado en diferentes formas, sino que incluso podemos elaborarlo en nuestra propia casa de forma sencilla y aprovechar todos sus beneficios.
Kéfir de leche y kéfir de agua: diferencias
El kéfir, tanto de leche como de agua está elaborado a partir de un hongo que tiene el mismo nombre. La diferencia entre uno y otro es, básicamente, que en el primero el hongo se fermenta en leche - con lo que obtenemos también los beneficios de la leche fermentada -, mientras que el segundo está fermentado en agua.
La diferencia principal entre ellos es el sabor y la textura. Mientras que el kéfir de leche obtiene una textura similar al yogur y tiene un sabor más suave que el kéfir de agua. Este último, por el contrario, se convierte en una especia de bebida gaseosa - por efecto de la fermentación - con aspecto similar a la limonada.
Propiedades y beneficios del kéfir
El hongo del kéfir contiene ciertas propiedades que le permiten modular nuestra flora intestinal, además de ofrecernos algunos beneficios inmunológicos. Además, al ser fermentado, es alto en bacterias vivas beneficiosas para nuestro intestino. Es precisamente esto lo que lo convierte en un estupendo probiótico.
Cuando elaboramos o consumimos kéfir de leche, la recomendación es que sea de leche entera pasteurizada. De esta manera nos aseguramos de que también nos aporta vitamina B, calcio, y algunos minerales. Además, debido al proceso de fermentación, la lactosa propia de la leche se convierte en ácido láctico y eso lo hace más digestivo aumentando las propiedades probióticas del kéfir.
Se trata de un alimento que, además, mejora nuestro sistema inmunológico y nos protege del riesgo de sufrir algunas infecciones. No solo eso, sino que mejora nuestra capacidad de digerir las proteínas y de sintetizar vitaminas. No es de extrañar que se considere un superalimento de lo más funcional y esté en boca de todo el mundo.
Cómo elaborar kéfir en casa
Para el kéfir de leche necesitaremos leche - preferiblemente entera - y nódulos de kéfir. Lo más adecuado es introducir en un bote de cristal los nódulos de kéfir. Por cada cucharada de estos nódulos añadiremos tres cucharadas de la leche dejando un tercio del bote vació. Este bote debe dejarse reposar unas 24 horas a temperatura ambiente y, pasado este tiempo, colar los nódulos y quedarnos con el producto resultante.
En cuanto al kéfir de agua el proceso es similar: necesitamos tres cucharadas de nódulos para un litro de agua de botella para que no contenga cloro. Podemos añadirle un poco de panela para endulzarlo, pero es mejor no usar miel en ningún caso. En este caso, en vez de 24 horas lo dejamos 48 horas, abriendo ocasionalmente el bote y, pasado ese tiempo, tenemos listo el kéfir de agua.
Imágenes: @dyt_elifkartal , @nourish_bysavairah , @dyt.zehracirayoba
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